Amigos en la Granja



Había una vez un granjero llamado Juan que vivía en una hermosa granja en la provincia de Buenos Aires.

El campo era vasto y verde, y estaba lleno de animales: pollos, vacas, chanchos, caballos, gallos, ratones, gatos, perros y ovejas. Juan se levantaba todas las mañanas muy temprano para comenzar sus labores en la granja. Alimentaba a los animales y cuidaba del campo con mucho amor.

Los animales eran muy felices en su hogar gracias al buen trato que recibían por parte del granjero. Un día, mientras Juan estaba arreglando el corral de las ovejas, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano.

Se acercó sigilosamente y descubrió a un pequeño ratón atrapado entre las ramas. El ratón temblaba de miedo y no podía salir por sí mismo. Juan lo tomó con cuidado entre sus manos y le dijo: "No te preocupes pequeño amigo, te ayudaré".

Con mucho cuidado, el granjero liberó al ratón y este salió corriendo hacia el campo. A partir de ese día, el ratón se convirtió en el mejor amigo del granjero.

Lo seguía a todas partes e incluso dormía dentro de su bolsillo cuando hacían largos paseos por la granja. Un día soleado mientras caminaban juntos por el campo, el ratón vio algo brillante entre las hierbas altas. Se acercó curioso y encontró una moneda perdida.

El ratón emocionado llevó la moneda al granjero diciendo: "¡Mira lo que encontré, Juan! ¡Podemos usarla para comprar algo especial para todos los animales de la granja!". Juan sonrió y agradeció al ratón por su hallazgo.

Decidieron organizar una fiesta en la granja para celebrar la amistad entre todos los animales. El gallo se encargó de despertar a todos temprano ese día con su canto matutino, mientras el gato preparaba deliciosos platos con leche y pescado fresco.

El perro fue el encargado de decorar el corral con flores coloridas, mientras la oveja tejía bufandas para regalar a cada uno de sus amigos. La granjera vecina también se sumó a la fiesta y trajo consigo un espectáculo de magia que dejó a todos boquiabiertos.

Los pollos danzaban al ritmo de la música, las vacas jugaban al fútbol con una pelota hecha de hojas secas y los chanchos reían sin parar mientras saltaban en charcos llenos de barro.

Todos disfrutaron tanto esa maravillosa tarde que decidieron hacer una promesa: cuidarse mutuamente y ser siempre buenos amigos. A partir de ese día, trabajaron juntos para mantener limpia la granja y hacerla aún más hermosa.

Y así, gracias a la amistad entre el granjero Juan y el pequeño ratón, cada uno de los animales aprendió el valor del compañerismo y cómo trabajar juntos hacia un objetivo común. La granja se convirtió en un lugar lleno de amor, risas y armonía donde todos vivieron felices para siempre.

FIN.

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