Amigos en la imaginación



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Makenzi. Ella era muy inteligente y creativa, pero por alguna razón no tenía amigos. Pasaba sus días leyendo libros y dibujando en su habitación.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, Makenzi vio a un grupo de niños jugando y riendo juntos. Se acercó tímidamente y preguntó si podía unirse a ellos.

Pero los niños la miraron con desprecio y le dijeron que no querían jugar con ella. Muy triste, Makenzi se fue a casa llorando. No entendía por qué nadie quería ser su amigo.

Esa noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, decidió que no iba a rendirse tan fácilmente. Al día siguiente, Makenzi tuvo una idea brillante. Decidió crear su propio amigo imaginario llamado Simón. Le dio vida dibujándolo en un papel y lo llevó consigo a todas partes.

Cuando los otros niños la veían hablando con Simón, pensaban que estaba loca e incluso se burlaban de ella más aún. Pero eso no importaba para Makenzi porque ahora tenía compañía.

Un día soleado mientras paseaba por el parque con Simón al lado, algo inesperado ocurrió. Un perro callejero apareció corriendo hacia ellos ladrando felizmente. El perro se llamaba Lucas y parecía haberse perdido. Makenzi sintió compasión por él y decidió llevarlo a casa para cuidarlo hasta encontrar a sus dueños.

Para sorpresa de todos en el pueblo, incluidos los otros niños, Makenzi se había hecho amiga de Lucas. A medida que pasaban los días, Makenzi y Lucas se volvieron inseparables.

Juntos exploraron el pueblo, jugaron en el parque y compartieron muchas aventuras emocionantes. Los demás niños comenzaron a darse cuenta de lo divertido que era estar con Makenzi y Lucas.

Un día, mientras jugaban en el parque, uno de los niños se acercó tímidamente a Makenzi y le preguntó si podía unirse a ellos. Ella sonrió y dijo: "¡Claro! ¡Cuántos más, mejor!". Poco a poco, los otros niños también comenzaron a acercarse y pronto todos estaban riendo juntos.

Makenzi aprendió una gran lección: no importa cuántos amigos tengas o cómo te vean los demás. Lo importante es ser tú mismo y encontrar la felicidad donde menos te lo esperas. Desde ese día en adelante, Makenzi nunca más se sintió sola.

Tenía amigos verdaderos que la querían tal como era. Y aunque Simón todavía existía en su imaginación, ahora tenía amigos reales para compartir sus aventuras. Y así fue como Makenzi descubrió que la amistad puede llegar cuando menos lo esperas. Fin.

FIN.

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