Amigos en la Plaza


Luis y sus hijas Margarita y Elisa salieron de casa con mucha ilusión. Era un día soleado y perfecto para pasar una tarde en la plaza del barrio.

Luis llevaba una pelota de fútbol, mientras que las niñas traían su muñeca favorita y un libro para leer. Al llegar a la plaza, se dieron cuenta de que había mucha gente disfrutando del buen clima.

Los niños jugaban en los juegos infantiles, algunos jóvenes patinaban por los senderos, mientras que otros adultos hacían picnic en el césped. - ¡Vamos a buscar un lugar para jugar al fútbol! - dijo Luis emocionado. Margarita y Elisa lo siguieron corriendo detrás de él hasta encontrar un espacio libre.

Allí comenzaron a patear la pelota entre ellas mientras su padre las animaba desde fuera del campo. De repente, uno de los chicos que estaba jugando cerca se acercó a ellos. - Hola, ¿puedo jugar con ustedes? - preguntó tímidamente.

- ¡Claro! ¡Bienvenido! - respondió Luis sonriente. El chico se presentó como Juan y rápidamente se sumó al juego. Juntos formaron dos equipos y comenzaron un partido muy divertido. Después de varios minutos jugando, Margarita notó algo extraño en Juan.

Parecía triste y no estaba disfrutando tanto como ellos. Entonces decidió acercarse a él para hablarle:- ¿Estás bien? - le preguntó amablemente. Juan bajó la cabeza sin responder nada.

Margarita entendió que algo pasaba así que decidió compartir algo personal con él para hacerlo sentir mejor. - ¿Sabes qué? Yo también me sentía sola y triste a veces, pero luego conocí a mi hermana Elisa y ahora somos mejores amigas.

Tal vez puedas encontrar un amigo aquí en la plaza para jugar siempre juntos - le sugirió Margarita. Juan sonrió tímidamente y asintió con la cabeza. A partir de ese momento, los cuatro niños se divirtieron aún más juntos y Juan ya no parecía triste.

Al final del día, Luis les compró helados para celebrar lo bien que habían pasado la tarde juntos. Mientras saboreaban sus dulces premios, Margarita sintió una gran felicidad por haber ayudado a Juan a sentirse mejor.

- Papá, hoy aprendimos que podemos hacer amigos nuevos si nos acercamos a los demás con amabilidad y respeto - dijo Margarita orgullosamente.

- Así es hija, nunca se sabe cuándo alguien necesita un amigo - respondió Luis sonriente mientras abrazaba a sus dos hijas queridas.

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