Amigos en la Plaza


Había una vez una plaza muy linda en el centro de la ciudad. Allí, los niños y las niñas se reunían para jugar, correr y divertirse juntos. La plaza era un lugar lleno de alegría y felicidad.

Un día, llegó a la plaza un nuevo niño llamado Tomás. Era tímido y no conocía a nadie en la plaza. Los otros niños lo miraron con curiosidad pero no se acercaron a hablar con él.

Tomás se sintió solo y triste al principio, pero luego decidió que quería hacer amigos. Así que comenzó a caminar por la plaza buscando alguien con quien jugar. De repente, escuchó unas risas provenientes del otro lado de la fuente.

Se acercó sigilosamente y vio a tres niños jugando al escondite detrás de los árboles. "¡Hola! ¿Puedo jugar también?"- preguntó Tomás tímidamente.

Los niños se giraron sorprendidos al verlo allí, pero rápidamente aceptaron su invitación "¡Claro! ¡Ven! ¡Juega con nosotros!"- dijeron mientras le hacían un espacio en el juego. Tomás estaba feliz de haber encontrado nuevos amigos en la plaza. Jugaron durante horas hasta que empezó a oscurecer.

Los niños decidieron irse cada uno a sus casas, despidiéndose con abrazos y prometiendo volver mañana para seguir jugando juntos.

Al día siguiente, cuando Tomás llegó a la plaza temprano por la mañana, encontró algo extraño: había una gran cantidad de basura tirada por todo el lugar - latas vacías, envoltorios de comida, papeles y botellas rotas. Tomás se sintió triste al ver la plaza tan sucia. No era un lugar feliz como el día anterior.

Sin embargo, decidió que no iba a dejar que esto arruinara su día. Así que comenzó a reagarrar la basura él solo, mientras pensaba en cómo podría hacer para que los demás niños también ayuden a mantener la plaza limpia y linda.

Mientras trabajaba, vio venir a sus amigos de ayer. Al principio se preocupó de lo que pensarían de él por estar juntando basura en vez de jugar con ellos. Pero cuando los niños se acercaron y vieron lo que estaba haciendo, decidieron ayudarlo.

"¿Necesitas ayuda?"- preguntó uno. "¡Claro! ¡Hagámoslo todos juntos!"- respondió Tomás emocionado. Y así fue como pasaron toda la mañana limpiando la plaza entre risas y juegos.

Cuando terminaron, la plaza volvió a ser un lugar lindo y feliz gracias al esfuerzo conjunto de los niños. Desde ese día en adelante, Tomás y sus nuevos amigos cuidaron juntos de la plaza para mantenerla siempre limpia y bonita.

Y así aprendieron una valiosa lección: trabajar juntos puede hacer del mundo un lugar mejor para todos.

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