Amigos Improvisados



Había una vez un gato llamado Pelusa que vivía en una pequeña casa junto a su dueño, Juan.

Pelusa era un gato muy consentido y siempre había sido el único animal en la casa de Juan, hasta que un día llegó Peluchín, un perro travieso y juguetón. Desde el primer momento en que se vieron, Pelusa y Peluchín no se llevaron nada bien.

Se peleaban por todo: por el lugar donde dormir, por los juguetes e incluso por la atención de Juan. Cada uno quería ser el favorito del dueño y esto generaba mucha tensión entre ellos. Un día, mientras discutían sobre quién era más inteligente, escucharon a Juan hablar con tristeza al teléfono.

Parecía preocupado y decía: "No sé qué hacer con estos dos. No paran de pelearse y no quiero tener que elegir entre ellos". Esto entristeció mucho a los animales porque no querían ver mal a su querido dueño.

Decidieron entonces hacer algo para solucionar sus diferencias y demostrarle a Juan lo importantes que eran ambos para él. Así que idearon un plan: trabajar juntos para hacer felices a todos. El primer paso fue aprender a compartir.

Comenzaron a jugar juntos sin pelearse por los juguetes ni por el espacio. Descubrieron que podían divertirse mucho más cuando estaban juntos en lugar de estar separados. Luego, decidieron ayudarse mutuamente en las tareas diarias.

Mientras Pelusa cuidaba de la casa durante el día, Peluchín le hacía compañía; y cuando llegaba la noche, cambiaban roles para descansar cada uno en su lugar favorito.

Juan comenzó a notar los cambios y se alegraba mucho al ver que sus mascotas se llevaban bien. Pero aún había algo más por hacer. Pelusa y Peluchín sabían que debían demostrarle a Juan lo mucho que lo querían.

Un día, mientras Juan estaba sentado en el sofá viendo la televisión, los animales trajeron una caja llena de regalos. Habían trabajado juntos para conseguir una pelota para jugar con Juan, un rascador nuevo para Pelusa y un hueso gigante para Peluchín.

Juan abrió la caja con sorpresa y les preguntó: "¿De dónde sacaron todo esto?". Los animales se miraron y respondieron al unísono: "Lo conseguimos juntos porque te queremos mucho, Juan". Juan no pudo contener las lágrimas de emoción y abrazó a sus dos mascotas.

A partir de ese momento, Pelusa y Peluchín entendieron que no importaba quién era el favorito, sino cuánto amor podían darle a su dueño trabajando juntos como una verdadera familia. Desde entonces, todos vivieron felices en armonía.

Pelusa aprendió a valorar la compañía de su nuevo amigo canino, mientras que Peluchín comprendió que también había espacio para él en el corazón de Juan. Y así fue como estos dos amigos animals dejaron atrás sus diferencias y demostraron que trabajar en equipo siempre trae grandes recompensas.

Fin.

FIN.

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