Amigos inesperados



Había una vez un perro llamado Waly que vivía en una pequeña casa con su dueño, Juanito. Waly era muy feliz, le encantaba corretear por el jardín y jugar con sus juguetes favoritos.

Un día, Juanito decidió llevar a Waly a dar un paseo por la plaza del pueblo. Waly estaba emocionado, nunca antes había ido a la plaza y estaba ansioso por descubrir nuevos lugares.

Cuando llegaron a la plaza, Waly vio a otros perros corriendo y jugando felices. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ellos para unirse al juego. Pero los otros perros no querían dejarlo participar porque no lo conocían. Waly se sintió triste y excluido.

No entendía por qué los otros perros no querían jugar con él. Decidió alejarse de la plaza y buscar diversión en otro lugar. Caminando por el campo, Waly encontró una hermosa pradera llena de flores coloridas.

Se acercó cautelosamente y vio que había varios animales jugando juntos: conejos saltando, pájaros volando e incluso algunos caballos trotando alrededor. Waly se acercó tímidamente y les preguntó si podía unirse a su juego.

Los animales lo miraron sorprendidos pero luego sonrieron amablemente y dijeron: "¡Claro que sí! ¡Eres bienvenido!"Desde ese día, Waly se convirtió en el mejor amigo de todos los animales del campo. Juntos exploraban cada rincón del campo, jugaban todo el día y compartían momentos de risas y alegría.

Un día, mientras jugaban cerca de un arroyo, Waly encontró algo brillante en el agua. Era un collar dorado con una etiqueta que decía: "Perro perdido, se busca a su dueño".

Waly sabía que ese collar pertenecía a otro perro y decidió ayudar a encontrarlo. Waly llevó el collar al pueblo y lo mostró a todos los perros que encontraba en la plaza. Finalmente, encontró al dueño del collar perdido.

Era un perro llamado Max, quien había estado buscando desesperadamente su collar por todo el pueblo. Max estaba tan emocionado y agradecido que no podía dejar de ladrar de felicidad. Decidió invitar a Waly y Juanito a su casa para celebrar juntos.

Desde ese día, Max se convirtió en el nuevo amigo de Waly y juntos formaron un trío inseparable.

Waly aprendió una gran lección durante esa aventura: no importa si algunas personas o animales nos excluyen o no nos aceptan, siempre habrá otros dispuestos a abrirnos sus corazones y ser nuestros amigos verdaderos. Desde entonces, Waly siguió disfrutando de sus paseos por la plaza con Juanito, pero también encontraba mucha diversión jugando en el campo con sus nuevos amigos animales.

Y cada vez que veía a un perro nuevo en la plaza, recordaba cómo se sintió cuando fue excluido e intentaba ser amable y acogedor con ellos.

Y así es como Perro Waly descubrió que la verdadera amistad puede estar donde menos te lo esperas y que siempre hay espacio para más amigos en nuestro corazón. Fin.

FIN.

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