Amigos inesperados


Había una vez un niño llamado Matías, de 8 años, que había llegado a un pueblo nuevo. Matías era moreno y hablaba diferente al resto de los chicos del lugar.

Desde el primer día en la escuela, comenzó a sufrir bullying por parte de sus compañeros. Todos los días, cuando Matías llegaba al colegio, los demás chicos se burlaban de él por su color de piel y por cómo hablaba.

Le decían cosas hirientes y no lo dejaban jugar con ellos en el recreo. Matías se sentía muy triste y solo, sin entender por qué lo trataban así.

Un día, durante el recreo, Matías estaba sentado en un rincón del patio cuando se acercó a él Lucas, un niño de su misma edad pero muy distinto a los demás. Lucas tenía el cabello rizado y unos ojos brillantes que denotaban amabilidad. "Hola ¿cómo te llamas?" -preguntó Lucas con una sonrisa amigable.

Matías miró sorprendido a Lucas y tímidamente respondió: "Soy Matías". "¿Por qué estás tan solo aquí? Deberías estar jugando con nosotros", dijo Lucas señalando a los demás chicos que lo habían estado molestando.

Matías bajó la mirada y le contó a Lucas todo lo que venía sufriendo desde que llegó al pueblo. Para su sorpresa, Lucas no se rió ni lo juzgó como los demás; en cambio, escuchó atentamente cada palabra que salía de la boca de Matías. "No te preocupes, Mati.

Yo sé cómo hacerte sentir mejor", dijo Lucas con determinación. Esa tarde, después de clases, Lucas invitó a Matías a jugar juntos en el parque.

A pesar de ser diferentes en muchos aspectos, descubrieron que tenían gustos similares y pasaron horas divirtiéndose como verdaderos amigos. Con el paso de los días, otros niños del colegio notaron la amistad entre Matías y Lucas e incluso algunos empezaron a acercarse para conocer más sobre él.

Pronto descubrieron que aunque eran diferentes en muchas cosas, también tenían mucho en común. Los chicos que antes molestaban a Matías comenzaron a darse cuenta del error que estaban cometiendo al discriminarlo por ser diferente.

Poco a poco, cambiaron su actitud hacia él y empezaron a aceptarlo tal como era. Matías ya no se sentía solo ni triste en la escuela gracias al apoyo incondicional de su nuevo amigo Lucas y al cambio positivo en la actitud de sus compañeros.

Aprendió que la verdadera amistad va más allá de las apariencias o las diferencias culturales y lingüísticas.

Y así fue como Matías encontró la fuerza para superar el bullying gracias al amor y la comprensión genuina de aquellos que realmente valoraban su esencia única e irrepetible.

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