Amigos Inesperados



En un hermoso día en el campo, un burro llamado Beto paseaba por el prado. Era un burro curioso, siempre buscando cosas nuevas que descubrir. Mientras olfateaba las flores y masticaba un poco de pasto, de repente, escuchó un suave susurro.

"Hola, Beto" - dijo la voz, que provenía de una diminuta lagartija verde llamada Lila, que estaba tomando el sol sobre una piedra cálida.

Beto se detuvo y miró hacia abajo, sorprendido.

"¡Hola! Nunca había visto una lagartija tan hermosa" - exclamó Beto, entusiasmado.

"Gracias, ¡y yo nunca había visto a un burro tan grande!" - respondió Lila, sonriendo.

Desde esa mañana, comenzaron una amistad inusual. Beto era fuerte y le encantaba pasear por los campos, mientras que Lila era rápida y disfrutaba de las pequeñas cosas, como cambiar de color bajo el sol.

Un día, mientras exploraban juntos, se encontraron con un problema. En medio de su camino había un gran estanque que Beto no podía cruzar.

"Ay, no sé cómo pasar. No quiero mojarme" - dijo el burro, preocupado.

"No te preocupes, Beto. Yo puedo ayudarte a cruzar" - dijo Lila, pensando rápidamente.

Sin dudarlo, Lila empezó a buscar hojas grandes que pudieran servir como una especie de balsa. Juntas, las arrastraron hasta la orilla del estanque.

"Perfecto, ahora acuéstate en la hoja y yo te empujaré" - sugirió Lila, con una sonrisa.

Beto hizo lo que le dijo, y aunque al principio se sintió un poco nervioso, pronto se dio cuenta de que Lila tenía razón. La hoja se movía con gracia sobre el agua. Beto cruzó el estanque, asombrado por la habilidad de su amiga.

Una vez en la otra orilla, Beto se sintió orgulloso.

"¡Lo logré! Gracias a ti, Lila. Eres increíble" - dijo, saltando de alegría.

"¡Juntos lo hicimos!" - respondió Lila, aplaudiendo con sus pequeñas patas.

Con el tiempo, sus aventuras se hicieron cada vez más emocionantes. Un día, decidieron explorar una cueva cercana. Pero al entrar, se dieron cuenta de que estaba más oscura de lo que habían pensado.

"No veo nada aquí dentro" - dijo Beto, un poco asustado.

"¡Yo puedo ver!" - dijo Lila, iluminando el camino con sus reflejos verdes.

Con mucho cuidado, Lila guió a Beto por la cueva, mostrándole las maravillas de estalactitas y estalagmitas. Beto, aunque temeroso al principio, se maravilló de la belleza del lugar.

Al salir, Beto miró a su amiga y dijo:

"Me alegra tanto que seamos amigos. Así siempre podemos ayudarnos mutuamente".

Lila, emocionada, agregó:

"Sí, Beto. Cada uno tiene sus habilidades y eso es lo que nos hace fuertes juntos. Nunca subestimes el poder de la amistad".

Ese verano, Beto y Lila vivieron muchas aventuras y enfrentaron desafíos, pero siempre hallaron la manera de resolverlos trabajar en equipo. Se dieron cuenta de que, aunque eran diferentes, su amistad les daba fuerza y valentía.

Así, el burro y la lagartija se convirtieron en el mejor ejemplo de que, a pesar de las diferencias, la amistad puede superar cualquier obstáculo y crear experiencias inolvidables en la vida. Y siempre recordaron lo importante que era ser inclusivos, ayudarse mutuamente y celebrar la diversidad.

Y así, el sol se ponía cada tarde sobre sus aventuras, y el campo se llenaba de risas y alegría, donde un burro y una lagartija demostraron que la amistad no tiene límites ni formas, solo necesita corazones dispuestos a compartir.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!