Amigos Inesperados
Era un hermoso día soleado en la granja de Don Andrés. El burro, al que todos llamaban Payo, estaba disfrutando de su pasto entretenido. Mientras tanto, en la piedra más cercana al pequeño estanque, una lagartija de colores brillantes se estaba tomando un baño de sol. Su nombre era Lila.
Un día, mientras Payo masticaba su pasto, notó que Lila se paseaba por la piedra. Curioso, decidió acercarse un poco.
"Hola, pequeña lagartija, ¿cómo te llamás?" - preguntó Payo.
"¡Hola! Soy Lila, ¿y vos?" - respondió la lagartija con una sonrisa.
Desde ese momento, se convirtieron en amigos inseparables. Lila era muy ágil y le enseñó a Payo algunos juegos divertidos. Jugaron a saltar entre las piedras y a correr por la granja.
Un día, mientras exploraban el campo, Lila vio algo brillante detrás de un arbusto.
"¡Payo! ¡Mirá eso!" - exclamó Lila entusiasmada.
Se acercaron juntos y descubrieron un collar de flores muy hermoso, pero también se dieron cuenta de que un grupo de ranas al lado del estanque parecía estar en problemas.
"¿Ves? Tal vez necesitamos ayudar a las ranas. Algo no está bien", dijo Lila.
"¡Vamos a ver qué pasa!" - respondió Payo decidido.
Cuando llegaron, se dieron cuenta de que las ranas estaban tratando de cruzar el estanque, pero el agua había crecido mucho y no podían.
"¿Qué pasa, ranas?" - preguntó Payo.
"¡No podemos cruzar! El agua está muy alta y nos da miedo!" - chillaron.
Payo, siendo un burro fuerte y grande, tuvo una idea.
"¡Puedo ayudarlas a cruzar!"
"¡Pero no sé si se atreverán a subirse!", respondió Lila preocupada.
Así que optaron por una estrategia.
"Vamos a hacer un puente con mis patas. Ranas, una de a una, vengan, saltarán sobre mi lomo, será divertido y seguro!" - dijo Payo.
Las ranas, un poco asustadas, pero animadas, comenzaron a saltar sobre Payo mientras Lila les daba ánimo. Una vez que todas las ranas cruzaron, se armó una gran celebración.
"¡Gracias, Payo! ¡Eres el mejor! ¡Y vos también, Lila! Sin tu ayuda, no hubiéramos podido hacerlo!" - dijeron las ranas agradecidas.
Lila sonrió y le dijo a Payo:
"Mirá, juntos hicimos una gran diferencia, somos un gran equipo."
"Sí, Lila, y es por eso que nunca debemos subestimar a nuestros amigos, sin importar cuán diferentes sean" - respondió Payo.
Desde aquella aventura, Payo y Lila se dieron cuenta de que, aunque eran diferentes, cada uno tenía algo especial que ofrecer. Juntos, aprendieron que la amistad y la colaboración podían superar cualquier desafío.
Y así, el burro y la lagartija siguieron disfrutando de sus días en la granja, explorando y ayudando a todos los animalitos que encontraban. Payo aprendió a ser más ágil gracias a Lila, y Lila se volvió más fuerte gracias a Payo. Aquella amistad inesperada se convirtió en un ejemplo de unión y apoyo en la granja.
Y así, todos los animales aprendieron que, aunque sean diferentes, la verdadera amistad siempre encuentra la manera de brillar.
El burro Payo y la lagartija Lila se convirtieron en los mejores amigos, demostrándole a todos que juntos, podían lograr cosas asombrosas.
FIN.