Amigos inesperados


Había una vez una niña llamada Sofía, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. A pesar de tener una familia amorosa y atenta, ella se sentía sola porque no tenía amigos con quienes jugar.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a un grupo de niños jugando al fútbol. Sofía se acercó tímidamente y les preguntó si podía jugar con ellos.

Los niños la miraron con desdén y uno de ellos le respondió:"No puedes jugar con nosotros, eres una niña". Sofía se sintió triste y rechazada. Caminó hacia su casa pensando que nunca tendría amigos con quienes compartir sus juegos.

Al llegar a casa, su abuela notó que estaba triste y le preguntó qué había pasado. Sofía le contó todo lo sucedido en el parque. "No te preocupes", dijo la abuela sonriendo. "Tienes muchas habilidades especiales que quizás aún no has descubierto".

Sofía se quedó pensando en las palabras de su abuela esa noche antes de dormir. A la mañana siguiente, decidió explorar los alrededores del pueblo para encontrar algo divertido para hacer.

Después de caminar por un rato llegó a un hermoso bosque lleno de árboles altos y frondosos. Mientras exploraba el bosque encontró una pequeña cabaña abandonada. Se acercó lentamente y asomándose por la ventana vio algo increíble: habían muchos animales jugando juntos adentro! Sofia entró sin hacer ruido tratando de no asustarlos.

Allí vio a un zorro, un conejo, una ardilla y varios pájaros que saltaban y jugaban juntos. "¡Hola!" dijo Sofía tímidamente.

Los animales la miraron con sorpresa y luego uno de ellos habló:"¡Bienvenida! ¿Quieres jugar con nosotros?"Sofía se emocionó mucho al escuchar esto. Pasó todo el día jugando con los animales del bosque, quienes le enseñaron nuevos juegos e incluso le mostraron cómo hacer un nido para pájaros.

Cuando regresó a su casa esa noche, estaba muy feliz por haber encontrado amigos en lugares inesperados. Le contó todo a su abuela, quien sonrió nuevamente. —"Ves" , dijo ella. "A veces los amigos están donde menos lo esperamos".

Desde ese día en adelante, Sofía visitaba regularmente a sus nuevos amigos del bosque.

Y aunque nunca logró ser aceptada por el grupo de niños del parque, aprendió que la amistad puede encontrarse en cualquier lugar si estamos dispuestos a buscarla con el corazón abierto.

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