Amigos inesperados


Josefina estaba emocionada por pasar el fin de semana en el campo del abuelo Hugo. Era la primera vez que iba y estaba ansiosa por explorar todos los rincones del lugar.

Cuando llegó, el abuelo la recibió con un gran abrazo y le mostró todo lo que había para hacer en el campo: pasear a caballo, jugar al aire libre y disfrutar de la naturaleza.

Un día, mientras caminaba por los bosques cercanos, Josefina se encontró con un lobo solitario que parecía triste. Al principio tuvo miedo, pero luego vio que no hacía nada malo y decidió acercarse a él. "Hola, ¿cómo te llamas?", preguntó Josefina.

"Mi nombre es Louie", respondió el lobo con una sonrisa tímida. "¡Qué bonito nombre!", exclamó Josefina. "¿Por qué estás aquí solo?"Louie suspiró y explicó que siempre había sido juzgado por su apariencia peligrosa y nadie quería ser su amigo.

Pero cuando Josefina lo vio, no vio a un lobo feroz sino a alguien amable y necesitado de compañía. "No te preocupes", dijo Josefina. "Seremos amigos". Desde ese día en adelante, Louie se convirtió en el mejor amigo de Josefina en el campo del abuelo Hugo.

Juntos exploraron cada rincón del lugar e hicieron nuevos amigos como los tres cerditos que vivían cerca del arroyo.

Los cerditos eran muy diferentes entre sí: uno era muy trabajador construyendo su casa de ladrillos; otro era más relajado y construía su casa de paja; y el último era muy astuto y construía su casa con ramas. Pero a pesar de sus diferencias, los cerditos se llevaban bien entre ellos.

"¡Hola, Josefina! ¿Quién es tu amigo animal?", preguntó el cerdito astuto. "Este es Louie, un lobo muy amable que conocí en el bosque", respondió Josefina.

Los tres cerditos se sorprendieron al ver que Josefina había hecho amigos con un lobo, pero luego vieron lo amigable que era Louie y decidieron darle una oportunidad. Con el tiempo, los cuatro amigos aprendieron mucho unos de otros.

Los cerditos enseñaron a Louie cómo trabajar juntos para construir algo fuerte y duradero; mientras que Louie les enseñó a ser más valientes y enfrentar sus miedos. Un día, cuando estaban jugando cerca del arroyo, notaron que había una inundación repentina. El agua subía rápidamente y amenazaba con arrastrar sus casitas.

Los tres cerditos comenzaron a entrar en pánico porque no sabían qué hacer para salvar sus hogares. Pero entonces Louie recordó lo que había aprendido de ellos: trabajar juntos para construir algo fuerte.

Así que les propuso un plan: juntos podrían construir una gran barrera de ladrillos para detener la corriente del agua. Los cuatro amigos trabajaron duro durante horas hasta completar la barrera justo antes de que llegara la inundación.

Gracias a su trabajo en equipo, las casitas fueron salvadas del agua y todos se sintieron orgullosos por haber logrado algo tan importante juntos. "¡Qué buen trabajo, amigos!", exclamó Josefina. "Nunca pensé que un lobo, un cerdito trabajador, uno relajado y otro astuto pudieran trabajar juntos tan bien".

"Eso es porque no hay nada más fuerte que la amistad", dijo Louie sonriendo. Y así, los cuatro amigos continuaron su aventura en el campo del abuelo Hugo sabiendo que habían aprendido una lección valiosa: nunca subestimes a alguien solo por su apariencia o habilidades.

Todos tenemos algo que ofrecer y cuando trabajamos juntos podemos lograr grandes cosas.

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