Amigos Inseparables



En un colorido bosque que se extendía a lo largo de las vías del tren, vivían dos amigos inseparables: una lombriz llamada Lora y un coyote llamado Cayo. Todos los días, al amanecer, se despertaban juntos, emocionados por la aventura que les esperaba.

"Hoy me siento con ganas de traerles a todos muchas flores y frutas deliciosas, ¿vos qué decís, Cayo?" dijo Lora, moviendo su pequeño cuerpo de un lado a otro.

"¡Sí, Lora! ¡Eso suena genial! Además, creo que la ardilla Sofía necesita unas flores para alegrar su día," respondió Cayo, moviendo su cola con entusiasmo.

Así, emprenden su camino por las vías del tren, recolectando flores de colores y frutas jugosas. Cuando llegaban a la primera parada, se encontraron con Sofía, quien parecía un poco triste.

"¡Hola, Sofía! ¿Qué te pasa?" preguntó Cayo.

"¡Hola, chicos! Me siento sola hoy. A veces, mis amigos no pueden venir a jugar," contestó Sofía, mirando al suelo.

"No te preocupes, ¡tenemos algo para ti!" dijo Lora mientras le entregaba un ramo de flores brillantes.

Los ojos de Sofía se iluminaron.

"¡Son hermosas! Gracias, amigos, ¡me alegraron el día!"

Con una sonrisa en el rostro, Sofía se unió a ellos en su recorrido. Juntos, visitaron más paradas y regalaron frutas a otros amigos como la tortuga Tula, que siempre estaba buscando algo refrescante, y al pájaro Pipo, que adoraba las cerezas.

"¿Por qué no hacemos un picnic en el próximo descanso?" sugirió Pipo con sus plumas brillantes.

Cayo sonrió y dijo:

"¡Esa es una idea fantástica!"

Cuando llegaron a la siguiente parada, descubrieron algo inesperado: ¡una fuerte tormenta se avecinaba!"¡Rápido! Tenemos que encontrar un lugar seguro donde resguardarnos!" gritó Cayo.

Lora, que era muy rápida para su tamaño, se movió velozmente.

"¡Vamos a la vieja cabaña de madera!" sugirió.

Corrieron hacia la cabaña mientras la lluvia comenzaba a caer. En el camino, encontraron a una familia de conejos que estaba atrapada por la lluvia.

"¡Oh no! ¿Qué hacemos?" dijo Cayo, preocupado.

"Ayudémoslos, Cayo. Podemos guiarlos hasta la cabaña," sugirió Lora, determinante.

"¡Es una gran idea!" respondió Cayo con confianza.

Así, guiaron a los conejos a la cabaña, donde todos se refugiaron juntos. Mientras esperaban que la tormenta pasara, Lora y Cayo decidieron organizar un pequeño picnic dentro de la cabaña.

"¿Quién quiere compartir frutas y contar historias?" preguntó Lora alegremente.

Todos, incluidos los conejos, se emocionaron ante la idea.

A medida que compartían sus alimentos y risas, la tormenta se fue calmando y se escuchó el hermoso canto de los pájaros cuando el sol volvió a salir.

"Fue un día distinto, pero muy especial. ¡Gracias por estar con nosotros!" agradecieron los conejos.

Cayo sonrió y respondió:

"Juntos, podemos hacer más en cualquier situación, como amigos inseparables. ¡La amistad hace que la vida sea más colorida!"

Y con el cielo despejado y nuevos amigos a su lado, Lora y Cayo continuaron su camino por las vías del tren, listos para más aventuras.

Así, el bosque floreció con risas y colores, gracias a la bondad de dos amigos que enseñaron que la amistad y la cooperación siempre son la mejor solución, incluso en los días más grises.

FIN.

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