Amigos para siempre



Había una vez un niño llamado Juan que se mudó a una nueva ciudad. Estaba emocionado por comenzar en su nueva escuela, pero también se sentía un poco nervioso.

Era difícil para él dejar atrás a sus antiguos amigos y adaptarse a un lugar completamente nuevo. Cuando Juan llegó a la escuela, se dio cuenta de que todos los demás niños ya se conocían entre sí. Se sentía como un extraño y no sabía cómo hacer amigos.

Los días pasaban y Juan se encontraba solo en el recreo, observando a los otros niños jugar y reír juntos.

Un día, mientras caminaba por el patio de la escuela con la mirada baja, tropezó con alguien y cayó al suelo. Al levantar la vista, vio a Martín parado frente a él con una sonrisa amistosa. "¡Vaya! Lo siento mucho", dijo Martín ayudándolo a levantarse. "No te preocupes", respondió Juan tímidamente.

Martín le ofreció su mano y desde ese momento, los dos niños comenzaron a hablar y descubrieron que tenían muchas cosas en común. Ambos amaban el fútbol y disfrutaban del mismo tipo de música.

A medida que los días pasaban, Martín presentó a Juan al resto de sus amigos: Sofía, Lucas y Valentina. Juntos formaron un grupo inseparable. Jugaban juntos en el recreo e incluso organizaban reuniones después de clases donde compartían meriendas e inventaban historias divertidas.

Juan comenzó a sentirse cada vez más cómodo en su nueva escuela gracias al apoyo de sus nuevos amigos. Ya no se sentía como un extraño sino como parte de un equipo.

Sus amigos lo aceptaban tal como era y eso le daba confianza para ser él mismo. Pero un día, Juan llegó a la escuela y notó que Martín no estaba en clase. Le preguntó a los demás si sabían dónde estaba, pero nadie parecía tener una respuesta clara.

Juan se preocupó mucho por su amigo y decidió investigar qué había pasado. Después de buscar por toda la escuela, finalmente encontró a Martín sentado solo en el patio trasero. Tenía una expresión triste en su rostro.

"¿Martín, qué te pasa? ¿Por qué estás aquí solo?", preguntó Juan preocupado. "Mi familia está teniendo algunos problemas en casa", respondió Martín con voz temblorosa. "No te preocupes, Martín. Estamos aquí para ti. Somos tu familia también", dijo Juan con determinación.

Juan fue corriendo a buscar al resto del grupo y les contó lo que había descubierto. Juntos decidieron ayudar a Martín y hacerle saber que no estaba solo. Durante las semanas siguientes, el grupo de amigos apoyó a Martín incondicionalmente.

Lo visitaban después de clases, le llevaban tareas escolares y pasaban tiempo juntos para animarlo cuando se sentía triste. Con el tiempo, la situación familiar de Martín mejoró y volvió a estar feliz junto a sus amigos.

Pero algo había cambiado dentro del grupo: ahora eran más fuertes porque habían enfrentado juntos una prueba difícil. El último día de clases llegó rápidamente y todos los niños se reunieron para despedirse antes de las vacaciones de verano.

Se abrazaron con cariño y prometieron mantenerse en contacto. Juan se dio cuenta de que había llegado a la escuela siendo un niño extraño, pero gracias a sus nuevos amigos, se convirtió en alguien especial.

Aprendió que la verdadera amistad no conoce límites y que siempre hay personas dispuestas a apoyarte cuando más lo necesitas. Y así, Juan y sus amigos vivieron muchas aventuras juntos durante los años siguientes, construyendo una amistad sólida e inquebrantable que duraría para siempre.

FIN.

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