Amigos para siempre



Había una vez un niño llamado Tomás, que ingresó a una nueva escuela. Estaba emocionado por conocer a sus nuevos compañeros de clase y hacer amigos, pero también sentía un poco de nerviosismo.

Cuando llegó al aula, todos los niños estaban hablando y riendo entre ellos. Tomás se acercó tímidamente a un grupo de niños y les preguntó si podía unirse a ellos.

Pero en lugar de darle la bienvenida, lo miraron con desdén y le dijeron: "No queremos ser amigos tuyos". Tomás se sintió triste y rechazado, pero no dejó que eso lo desanimara. Se acercó a otro grupo de niños y les preguntó si podía jugar con ellos.

Esta vez, los niños simplemente ignoraron su solicitud. Sin embargo, Tomás no se rindió. Siguió intentando hacer amigos durante el recreo e incluso durante las clases. Pero parecía que nadie quería aceptarlo en su círculo.

Un día, mientras estaba sentado solo en el patio del colegio observando cómo los demás jugaban juntos, vio algo inesperado: un niño llamado Mateo estaba sentado solo en una esquina leyendo un libro. Tomás decidió acercarse a Mateo para hablar con él.

Al principio, Mateo parecía sorprendido por la atención de Tomás, pero después de unos minutos empezaron a conversar como si fueran viejos amigos.

Resulta que Mateo era nuevo en la escuela también y había estado pasando por lo mismo que Tomás: sentirse excluido y rechazado por los demás niños. Juntos decidieron formar su propio grupo de amigos y prometerse que nunca dejarían a nadie afuera.

A medida que pasaba el tiempo, Tomás y Mateo comenzaron a acercarse a otros niños que se sentían solos o excluidos. Les enseñaron la importancia de la amistad, la tolerancia, el respeto y el amor hacia los demás. Pronto, su grupo de amigos creció y se convirtieron en una gran familia dentro del aula.

Todos aprendieron a aceptarse mutuamente tal como eran y valorar las diferencias de cada uno.

Un día, durante una actividad escolar en la que todos debían trabajar juntos en equipos, los demás grupos se sorprendieron al ver cómo el grupo de Tomás y Mateo tenía tanta armonía y cooperación entre ellos. Fue entonces cuando comprendieron la importancia de ser amables y respetuosos con todos.

Desde ese día, el aula de clase se transformó en un lugar lleno de risas, juegos, aprendizaje y sobre todo amistad. Los niños entendieron que no importa cuán diferentes sean unos de otros, siempre pueden encontrar algo especial en cada persona para conectarse.

Y así fue como Tomás enseñó a todos sus compañeros la importancia de la amistad verdadera basada en la tolerancia, el respeto y el amor. Juntos demostraron que si trabajaban juntos podían superar cualquier obstáculo e incluso convertir un lugar triste en uno lleno de alegría.

Y así termina esta historia inspiradora donde aprenderemos sobre lo importante que es ser buenos amigos para tener una vida feliz.

FIN.

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