Amigos para siempre



Había una vez una niña llamada Ana que vivía en un pequeño pueblo. Ana era muy alegre y siempre estaba dispuesta a hacer nuevos amigos.

Un día, sus padres le dijeron que se mudarían a la ciudad y tendría que comenzar en una nueva escuela. Ana se sintió emocionada por esta nueva aventura, pero también un poco nerviosa. No conocía a nadie en la ciudad y no sabía cómo serían sus compañeros de clase.

Sin embargo, decidió mantener su actitud positiva y estar abierta a hacer nuevos amigos. Cuando llegó el primer día de clases, Ana entró al salón con una sonrisa en su rostro.

Miró alrededor y vio a muchos niños sentados en sus pupitres, algunos conversando entre ellos y otros jugando solos. Una niña llamada Sofía se acercó a Ana y le dijo: "Hola, ¿eres nueva aquí? Me llamo Sofía". Ana respondió con entusiasmo: "¡Hola Sofía! Sí, soy nueva aquí.

Mi nombre es Ana". Sofía llevó a Ana hasta su pupitre y comenzaron a hablar sobre sus intereses comunes. Descubrieron que les gustaba dibujar y jugar al fútbol. Se hicieron amigas rápidamente.

A medida que pasaban los días, Ana se dio cuenta de que había otro niño en la clase llamado Juanito que parecía estar siempre solo. Decidió acercarse e invitarlo a jugar con ella y Sofía durante el recreo.

Juanito aceptó la invitación con timidez pero pronto se sintió cómodo con las chicas. Los tres compartieron risas mientras jugaban juntos y se dieron cuenta de que tenían mucho en común.

A medida que pasaba el tiempo, Ana notó que había otro niño en la clase llamado Pedro que parecía triste y solitario. Decidió acercarse a él y preguntarle si quería unirse al grupo. Pedro aceptó la invitación con una sonrisa tímida. Pronto, los cuatro amigos se volvieron inseparables.

Compartían sus meriendas, jugaban juntos en el parque después de la escuela e incluso estudiaban juntos para los exámenes. Un día, mientras caminaban hacia la escuela, Ana notó a un niño nuevo sentado solo en un banco cerca del patio de recreo.

Se acercó a él y le preguntó si quería ser su amigo. El niño nuevo, llamado Diego, miró sorprendido pero luego sonrió y aceptó la invitación. Pronto, Diego se unió al grupo de amigos y todos disfrutaron de su compañía.

Los cinco amigos descubrieron lo maravilloso que era tener amistades verdaderas. Aprendieron sobre el valor de compartir, ayudarse mutuamente y estar allí cuando alguien necesitara apoyo. Con el tiempo, más niños comenzaron a unirse al grupo de amigos.

La escuela se convirtió en un lugar lleno de risas y alegría gracias a Ana y su actitud positiva hacia hacer nuevos amigos. Así fue como Ana transformó una escuela solitaria en una escuela feliz llena de amistad y camaradería.

Todos aprendieron la importancia de ser amables con los demás y nunca juzgar por las apariencias.

Y así, Ana y sus amigos continuaron compartiendo su felicidad con todos a su alrededor, creando un ambiente cálido y acogedor en la escuela donde todos se sentían amados y valorados. Fin.

FIN.

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