Amigos para siempre



Había una vez un niño llamado Juan que asistía al Instituto Rodrigo Caro en Coria del Río, Sevilla. Juan era un chico muy inteligente y amable, pero se sentía triste porque no tenía amigos en su clase.

Siempre se sentaba solo en el recreo y nadie parecía interesarse por él. Un día, mientras caminaba por los pasillos del instituto, Juan vio a una niña nueva llamada María.

Tenía el pelo largo y brillante como el sol y una sonrisa amigable en su rostro. Juan decidió acercarse a ella para intentar hacerse amigo. - ¡Hola! Soy Juan, ¿eres nueva aquí? -preguntó con timidez. - Sí, acabo de llegar. Me llamo María.

¿Tú también eres alumno de este instituto? -respondió María con entusiasmo. Juan sintió cómo la tristeza empezaba a desvanecerse poco a poco al hablar con María.

Ambos compartieron sus experiencias y descubrieron que tenían mucho en común: les gustaban los mismos libros, películas y hasta jugaban al mismo videojuego favorito. A partir de ese día, Juan y María se volvieron inseparables. Compartían risas, secretos e incluso ayudaban mutuamente con las tareas escolares más difíciles.

Juntos hicieron proyectos creativos para la clase de arte y formaron un equipo imparable en las competencias deportivas del colegio. Pero no todo fue color de rosa para Juan y María.

Un día llegó un nuevo alumno llamado Pedro que quería meterse con ellos porque le molestaba verlos tan felices juntos. - ¡Ja! No sé cómo pueden ser amigos. Juan es un aburrido y María es una presumida -dijo Pedro con malicia.

Juan y María se miraron, pero decidieron no prestarle atención a los comentarios de Pedro. Sabían que tenían una amistad verdadera y eso era lo más importante. Sin embargo, Pedro no se rendía fácilmente.

Trató de separarlos poniendo en su contra a otros compañeros de clase, pero Juan y María demostraron ser fuertes juntos y no dejaron que nadie los afectara. Un día, durante la feria anual del instituto, Pedro intentó humillar públicamente a Juan frente a todos sus compañeros.

Pero para sorpresa de Pedro, María se levantó valientemente y defendió a su amigo. - ¡Basta ya! No tienes derecho a tratar así a mi amigo. Juan es inteligente, amable y tiene mucho talento. Si no puedes aceptarlo, entonces tú eres el problema -dijo María con determinación.

Todos los estudiantes quedaron impresionados por las palabras de María y comenzaron a aplaudir. Desde ese día, Pedro entendió que la verdadera amistad es algo hermoso que debe valorarse y respetarse.

A partir de ese momento, Juan y María siguieron siendo mejores amigos hasta el último día del instituto. Juntos enfrentaron desafíos, celebraron éxitos e incluso compartieron lágrimas cuando llegó el momento de separarse para ir a diferentes universidades.

Pero siempre supieron que su amistad perduraría en sus corazones para siempre. Y aunque estuvieran lejos físicamente, sabían que podrían contar el uno con el otro sin importar qué. Y así termina esta historia llena de amistad y valentía.

Juan y María nos enseñaron que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo y que, juntos, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente en la vida.

FIN.

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