Amigos para Siempre



En la sala de las Tortuguitas, un grupo de niños pequeños se reunía todos los días para jugar y aprender juntos. Había juguetes de todo tipo: bloques de construcción, muñecas, autos y pelotas.

Pero había un problema que preocupaba a la maestra Clara: los niños no querían compartir los juguetes. Un día, la maestra Clara decidió enseñarles una importante lección sobre la importancia de compartir.

Les contó la historia de Tomás y Sofía, dos hermanos que siempre compartían sus juguetes y se divertían juntos. "Chicos, ¿se imaginan lo aburrido que sería jugar solos todo el tiempo? Compartir nos ayuda a hacer amigos y a pasarlo aún mejor", les dijo la maestra Clara con una sonrisa.

Los niños en un principio se mostraron renuentes, pero decidieron probar cómo se sentían al compartir sus juguetes. Fue entonces cuando algo mágico sucedió: descubrieron que al jugar juntos podían inventar historias increíbles y reírse sin parar.

"¡Miren qué castillo tan grande podemos construir si unimos nuestros bloques!", exclamó Martina emocionada. "¡Vamos a organizar una carrera con todos los autos juntos!", propuso Juan entusiasmado.

Poco a poco, los niños comenzaron a entender que compartir no significaba quedarse sin nada, sino multiplicar la diversión. La sala de las Tortuguitas se llenó de risas y alegría como nunca antes. Sin embargo, un día llegó un nuevo niño llamado Matías. Era tímido y no sabía cómo integrarse al grupo.

Los demás niños notaron su tristeza e inmediatamente decidieron acercársele y ofrecerle sus juguetes para jugar juntos. "¿Quieres ser el piloto del avión mientras yo soy el copiloto?", le preguntó Valentina con amabilidad.

Matías sonrió por primera vez desde que llegó a la sala de las Tortuguitas. Se sintió aceptado y parte del grupo gracias al gesto generoso de sus nuevos amigos.

La maestra Clara observaba orgullosa cómo sus pequeños aprendices habían comprendido el valor del compartir no solo en cuanto a los juguetes, sino también en relación con los sentimientos de los demás. Al final del día, todos los niños se despidieron felices prometiendo seguir compartiendo no solo sus juguetes, sino también su amistad y cariño mutuo.

La sala de las Tortuguitas se convirtió en un lugar donde cada uno era especial por sí mismo pero aún más especial cuando estaban juntos.

FIN.

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