Amigos para siempre
Lola y Juan eran dos amigos inseparables que vivían cerca del río en un pequeño pueblo. Cuando llegó el verano, no podían esperar para pasar sus días jugando en la arena y nadando en el agua fresca.
Un día, mientras construían castillos de arena, se encontraron con unos niños nuevos en el pueblo. Eran tres hermanos llamados Martín, Sofía y Lucas, quienes habían venido a visitar a su abuela durante las vacaciones.
Lola y Juan se acercaron a ellos para saludarlos y pronto comenzaron a jugar juntos. Los cinco niños se divirtieron mucho ese día, compartiendo historias divertidas y riendo sin parar.
A medida que pasaban los días, Lola y Juan notaron que Martín parecía triste la mayor parte del tiempo. Un día lo invitaron a jugar al fútbol con ellos, pero él se negó diciendo: "No soy bueno jugando al fútbol".
Los amigos no querían dejarlo fuera así que decidieron enseñarle algunos trucos básicos de fútbol para ayudarlo a mejorar su juego. Después de algunas prácticas juntos, Martín comenzó a sentirse más seguro de sí mismo e incluso anotó un gol durante uno de los juegos.
"¡Miren chicos! ¡Anoté un gol!" gritó emocionado Martín mientras saltaba de alegría. Todos aplaudieron felices por él. Desde ese momento Martín comenzó a disfrutar más su tiempo junto a sus nuevos amigos.
Pero un día todo cambió cuando una ola de calor azotó la ciudad haciendo insoportable estar al sol. Los niños no pudieron jugar afuera como siempre lo hacían, y comenzaron a sentirse tristes y aburridos. "No sé qué hacer ahora que no podemos jugar afuera", dijo Sofía con tristeza.
"Tal vez podríamos ir al cine o jugar juegos de mesa en casa", sugirió Juan. Así que los cinco amigos se reunieron en la casa de Lola para ver una película juntos.
Pero después de unos minutos, Martín comenzó a sentirse inquieto y nervioso. "¿Qué pasa Martín?", preguntó Lola preocupada por su amigo. "Extraño el aire libre y la sensación del sol en mi piel", respondió Martín con tristeza.
Entonces, Juan tuvo una idea brillante: "¡Vamos a construir nuestra propia piscina!"Los niños trabajaron juntos para construir una pequeña piscina inflable en el patio trasero de la casa de Lola. Llenaron la piscina con agua fresca y se divirtieron chapoteando durante horas bajo el sol abrasador.
"Gracias chicos por hacerme sentir mejor hoy", dijo Martín sonriendo mientras jugaba con sus amigos en el agua fresca. Desde ese día, los cinco amigos aprendieron que siempre hay formas creativas de divertirse juntos incluso cuando las cosas no salen como se esperan.
Y así pasaron un verano inolvidable lleno de aventuras junto al río.
FIN.