Amigos para siempre


Mauricio era un chico muy divertido y aventurero. Le encantaba salir a explorar nuevos lugares y conocer gente interesante. Un día, mientras caminaba por el parque, vio a una chica sentada en un banco con la cabeza baja.

- ¿Estás bien? -preguntó Mauricio acercándose a ella. La chica levantó la mirada y Mauricio se quedó sin aliento. Era la chica más hermosa que había visto en su vida.

Tenía unos ojos verdes brillantes y una sonrisa cautivadora. - Sí, estoy bien -respondió ella tímidamente. - Me llamo Mauricio, ¿y tú? - Soy Angélica, pero puedes decirme Angie -dijo ella sonriendo.

Mauricio se sentó junto a ella en el banco y comenzaron a hablar de todo un poco. Descubrieron que tenían muchas cosas en común: les gustaba la música rock, eran fanáticos del fútbol y les encantaba viajar. Pasaron horas charlando hasta que se hizo de noche. - Fue genial conocerte, Angie.

Espero verte pronto -dijo Mauricio despidiéndose con un abrazo. Desde ese día, Mauricio no podía dejar de pensar en Angie. La llamó para invitarla a salir y fueron juntos al cine a ver una película de terror.

Durante toda la función, Angie se aferró al brazo de Mauricio asustada pero emocionada al mismo tiempo. Después del cine, decidieron ir caminando hacia casa juntos bajo las estrellas.

De repente escucharon unos ruidos extraños detrás de ellos y se dieron cuenta de que alguien los estaba siguiendo. Mauricio se puso en guardia y Angie comenzó a temblar. - No te preocupes, yo te protejo -dijo Mauricio tratando de tranquilizarla.

De repente, un perro grande y amigable apareció detrás de ellos moviendo la cola. Mauricio y Angie se rieron aliviados y siguieron caminando juntos. Desde ese día, Mauricio y Angie se convirtieron en inseparables.

Salían a pasear por la ciudad, iban al cine, al teatro y disfrutaban cada momento juntos. Descubrieron que el amor no era sólo una palabra bonita sino algo que se construye día a día con pequeñas cosas como reírse juntos o apoyarse mutuamente cuando las cosas no salen bien.

Finalmente, Mauricio decidió pedirle matrimonio a Angie en un lugar muy especial para ambos: el parque donde se conocieron. Le hizo una romántica propuesta arrodillado ante ella con un anillo de compromiso en la mano.

Angie aceptó emocionada mientras lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas. Y así fue como Mauricio encontró al amor de su vida en una tarde soleada del parque.

Recordando esa historia siempre les hace sonreír recordando lo importante que es estar abiertos a conocer gente nueva e interesante en nuestras vidas.

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