Amigos por Siempre



Había una vez un niño llamado Matheo que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Desde hacía mucho tiempo, Matheo soñaba con tener un perro.

Le encantaba imaginar todas las aventuras que tendrían juntos: correr por el campo, jugar en el parque y dormir abrazados. Un día, Matheo decidió contarle su deseo a su tía Nella.

Sabía que ella siempre estaba dispuesta a hacer felices a los demás, así que pensó que tal vez podría ayudarlo a conseguir un perro. "Tía Nella, ¿podrías ayudarme a encontrar un perro?"- preguntó Matheo con ojos brillantes de emoción. Nella sonrió y le dijo: "Por supuesto, mi querido Matheo. Tengo una sorpresa para ti".

Matheo se emocionó aún más y esperó ansioso la sorpresa de su tía. Al día siguiente, Nella llegó a casa de Matheo con una caja misteriosa en sus manos. "¡Aquí está tu sorpresa!"- exclamó Nella mientras dejaba la caja sobre la mesa.

Matheo no podía contener su alegría y rápidamente abrió la caja. Para su sorpresa, dentro había una foto de un hermoso cachorro de raza mestiza llamado Bruno. "¿Dónde está Bruno?"- preguntó Matheo confundido.

Nella le explicó que habían encontrado al cachorro abandonado en el parque y lo habían llevado al refugio local para asegurarse de que estuviera cuidado adecuadamente hasta encontrarle un hogar.

"Pero Matheo, he hablado con los encargados del refugio y si quieres, podemos ir a conocerlo y adoptarlo"- dijo Nella con una sonrisa tierna. Matheo saltó de alegría y rápidamente se preparó para ir al refugio. Al llegar, conocieron a Bruno y fue amor a primera vista.

El cachorro era juguetón, cariñoso y tenía unos ojos llenos de gratitud. "Tía Nella, ¡es perfecto! Quiero llevarlo a casa"- exclamó Matheo emocionado. Nella asintió con una sonrisa y juntos firmaron los papeles de adopción.

Desde ese día, Matheo y Bruno se convirtieron en los mejores amigos inseparables. Paseaban por el parque todos los días, jugaban en el jardín e incluso dormían abrazados como Matheo siempre había soñado. Pero la historia no termina aquí.

Un día, mientras paseaban por el parque, Matheo encontró otro perro abandonado. Era un cachorro pequeño que parecía perdido y asustado. "Tía Nella, tenemos que ayudarlo también"- dijo Matheo preocupado. Nella lo miró orgullosa de su buen corazón e inmediatamente buscaron ayuda para rescatar al nuevo amigo animal.

Lo llevaron al refugio donde recibiría atención médica y encontrarían una familia amorosa para él también. Matheo aprendió una gran lección sobre la importancia de ayudar a aquellos que más lo necesitan.

Descubrió que ser responsable implica cuidar de otros seres vivos y brindarles amor y protección. Desde aquel día, Matheo y Bruno siguieron siendo los mejores amigos, pero también se convirtieron en defensores de los animales sin hogar.

Juntos, visitaban el refugio regularmente para jugar con los perros y gatos abandonados, e incluso organizaron eventos para recaudar fondos y concientizar sobre la adopción. Matheo aprendió que un pequeño acto de bondad puede marcar una gran diferencia en la vida de alguien más.

Y gracias a su tía Nella, no solo encontró el perro que siempre había soñado, sino que descubrió cómo hacer del mundo un lugar mejor para todos los seres vivos.

FIN.

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