Amigos prehistóricos


Bartolomé y Hipólito eran dos amigos inseparables. Les encantaba jugar juntos y explorar el mundo que los rodeaba. Un día, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con un Tiranosaurio Rex y un Triceratop muy amigables.

- ¡Hola chicos! -dijo el Tiranosaurio Rex con una sonrisa en su rostro. - ¿Quiénes son ustedes? -preguntó Bartolomé algo asustado. - Soy Tito, el Tiranosaurio Rex, y él es Tomás, el Triceratop -respondió Tito-. Y somos sus nuevos amigos.

Bartolomé e Hipólito no podían creerlo. Tenían de amigo a dos dinosaurios tan grandes y poderosos como ellos. Pero pronto descubrieron que Tito y Tomás eran diferentes a los demás dinosaurios que habían conocido antes.

Eran amables, divertidos y siempre estaban dispuestos a ayudar. Juntos pasaron muchas aventuras emocionantes en el bosque: trepar árboles altísimos, nadar en ríos cristalinos y buscar tesoros ocultos entre las hojas caídas.

Pero también aprendieron cosas nuevas sobre la naturaleza del bosque gracias a sus amigos dinosaurios. Un día, mientras caminaban por un sendero estrecho, se encontraron con una familia de conejos perdidos. Los conejos estaban asustados porque se habían separado de su madriguera durante una tormenta fuerte la noche anterior.

- No te preocupes pequeños amigos -dijo Tito-. Nosotros los guiaremos hasta su hogar sano y salvo. Así, Tito y Tomás se convirtieron en los guías de la familia de conejos.

Los llevaban por el bosque con cuidado y les enseñaban a reconocer las plantas y los animales que habitaban allí. Bartolomé e Hipólito también ayudaron, buscando pistas sobre el camino correcto. Después de mucho caminar, finalmente encontraron la madriguera de los conejos.

La familia estaba muy agradecida y no dejaba de darles las gracias a sus nuevos amigos. - ¡Gracias chicos! -dijo uno de los conejos-. Nunca olvidaremos lo que han hecho por nosotros.

Bartolomé e Hipólito se sintieron muy bien al haber ayudado a alguien más. Y aprendieron que siempre es mejor trabajar juntos para lograr algo grande. Con Tito y Tomás como amigos, sabían que podían hacer cualquier cosa.

Desde ese día en adelante, siguieron explorando el mundo juntos con su nueva pandilla de dinosaurios amigables. Cada aventura era una oportunidad para aprender algo nuevo sobre ellos mismos y sobre el mundo que los rodeaba.

Y así fue como Bartolomé e Hipólito descubrieron que incluso en un mundo lleno de peligros, siempre hay espacio para la amistad y la ayuda mutua.

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