Amigos que marcan la diferencia


En el Instituto Rodrigo Caro de Coria del Río, Sevilla, había un alumno llamado Juan. Juan era un chico tímido y reservado que se sentía muy solo en su clase de 1º de la ESO.

Aunque intentaba hacer amigos, siempre se sentía excluido y no encontraba a nadie con quien compartir sus gustos e intereses. Un día, mientras Juan caminaba por los pasillos del instituto, vio a una chica nueva que parecía estar tan sola como él.

Se acercó tímidamente y le preguntó:- Hola, ¿eres nueva aquí? La chica lo miró con una sonrisa amable y respondió:- Sí, soy María. Acabo de mudarme a Coria del Río y estoy empezando en este instituto.

Juan sintió una conexión instantánea con María. Ambos compartían la sensación de soledad en el instituto y decidieron hacerse amigos para enfrentar juntos esta etapa difícil. A medida que pasaban los días, Juan y María descubrieron que tenían muchos intereses en común.

Les encantaba leer libros de aventuras, jugar videojuegos y explorar nuevos lugares. Juntos formaron un equipo imparable.

Una tarde después de clases, mientras paseaban por el parque cercano al instituto, María le dijo a Juan:- Sabes, Juan, creo que podemos convertir nuestra experiencia en algo positivo. Podemos ayudar a otros compañeros que también se sientan solos o excluidos. Juan asintió emocionado ante la idea.

- ¡Es cierto! Podemos organizar actividades divertidas donde todos se sientan incluidos y puedan hacer nuevos amigos. Y así fue como Juan y María comenzaron a planificar eventos en el instituto. Organizaron torneos de videojuegos, competencias de deportes y excursiones a lugares interesantes de la ciudad.

Poco a poco, otros alumnos se unieron a ellos y formaron un grupo unido. Juan ya no se sentía solo ni excluido.

Había encontrado en María una verdadera amiga que le había enseñado el valor de la amistad y la importancia de ayudar a los demás. Al finalizar el curso, Juan y María recibieron una sorpresa. Los profesores les entregaron un reconocimiento por su labor en el instituto, destacando su iniciativa para crear un ambiente inclusivo y acogedor.

Aquella experiencia marcó la vida de Juan y María para siempre. Ambos aprendieron que nunca hay que subestimar el poder de una amistad sincera y cómo pueden marcar la diferencia en la vida de otras personas.

Desde entonces, Juan siguió haciendo amigos y disfrutando cada momento en el Instituto Rodrigo Caro gracias al apoyo incondicional de María. Juntos demostraron que con amor, comprensión y solidaridad se puede superar cualquier obstáculo.

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