Amigos Salvadores


Había una vez en una granja un gato llamado Tito y una gallina llamada Carmela. A pesar de que los gatos son conocidos por cazar a las aves, Tito y Carmela se habían convertido en amigos inseparables.

Un día, mientras caminaban juntos por la granja, vieron a un grupo de patitos corriendo asustados. Al acercarse, descubrieron que un zorro había entrado en el corral y estaba tratando de atraparlos. - ¡Tenemos que hacer algo! -dijo Carmela preocupada.

- ¡Déjame a mí! -respondió Tito con seguridad. El gato saltó sobre el lomo del zorro y empezó a arañarlo con fuerza. El zorro intentó liberarse pero no pudo resistir la agilidad y rapidez del felino.

Finalmente huyó despavorido dejando a los patitos ilesos. Desde ese día, la amistad entre Tito y Carmela se fortaleció aún más. La gallina admiraba la valentía del gato y el gato apreciaba la lealtad de su amiga plumífera.

Pero un día llegaron noticias tristes a la granja: un incendio había arrasado con todo lo que encontraba a su paso incluyendo la casa donde vivía el granjero junto con su familia.

Todos estaban devastados e intentaban recuperar sus pertenencias entre las cenizas cuando Tito tuvo una idea:- ¿Por qué no nos encargamos nosotros de buscar comida para ellos? Seguro están muy cansados después de todo lo que ha pasado -propuso el astuto felino. Carmela asintió y juntos se pusieron en marcha.

Visitaban los campos vecinos buscando granos y semillas que pudieran recolectar. Incluso cazaron algunos ratones para que la familia tuviera algo de proteína.

Con el tiempo, el granjero pudo reconstruir su casa y recuperar algo de lo que había perdido. Pero nunca olvidó la ayuda desinteresada que recibió de Tito y Carmela, quienes le habían demostrado que la amistad no tiene límites ni prejuicios.

Y así, todos aprendieron una valiosa lección: a veces los amigos pueden ser muy diferentes a nosotros, pero eso no significa que no puedan ayudarnos en momentos difíciles.

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