Amigos sin fronteras


Había una vez, en un soleado día de verano, dos niños llamados Estela y Ferrán. Ambos tenían 5 años y estaban muy emocionados porque sus familias habían decidido pasar las vacaciones juntos en una hermosa casa de campo.

Estela era una niña muy creativa y le encantaba dibujar y hacer manualidades. Por otro lado, Ferrán era un niño aventurero al que le gustaba explorar y jugar al aire libre.

Aunque eran muy diferentes, ambos querían divertirse juntos durante las vacaciones. El primer día en la casa de campo, Estela se encontró con Ferrán en el jardín mientras él trepaba a un árbol.

Ella se acercó tímidamente y dijo: "¡Hola! ¿Quieres jugar conmigo?"Ferrán dejó de trepar por un momento y miró a Estela con curiosidad. —"Claro" , respondió él, "pero no sé qué juegos te gustan". Estela sonrió e invitó a Ferrán a su habitación para mostrarle todas las cosas divertidas que había traído consigo.

Tenía crayones de colores brillantes, papeles de colores y plastilina para moldear. "Podemos hacer dibujos juntos", sugirió Estela con entusiasmo. Ferrán parecía confundido al principio, pero decidió darle una oportunidad.

Se sentaron uno al lado del otro y comenzaron a dibujar paisajes imaginarios llenos de flores coloridas, animales exóticos y castillos mágicos. Después de unos minutos, Ferrán empezó a disfrutar mucho del juego. Descubrió que podía combinar su imaginación con las habilidades artísticas de Estela.

Juntos, crearon un mundo lleno de aventuras y diversión. De repente, mientras estaban inmersos en su creación, escucharon un ruido proveniente del jardín.

Salieron corriendo para ver qué estaba pasando y se encontraron con una ardilla traviesa que había robado la merienda que habían dejado en la mesa. Estela y Ferrán decidieron perseguir a la ardilla para recuperar su comida. Corrieron por el jardín riendo a carcajadas mientras intentaban atraparla.

Aunque no lograron recuperar la comida, se divirtieron mucho persiguiéndola. Esa noche, durante la cena, Estela y Ferrán compartieron sus experiencias emocionantes con sus padres.

Todos se sorprendieron al ver cómo estos dos niños tan diferentes habían encontrado una forma de jugar juntos y disfrutar el uno del otro. A lo largo de las vacaciones, Estela y Ferrán continuaron explorando nuevos juegos e ideas divertidas. Descubrieron que podían aprender mucho el uno del otro si simplemente se abrían a nuevas experiencias.

El último día de las vacaciones llegó demasiado rápido. Estela y Ferrán miraron tristemente la casa de campo mientras se despedían con lágrimas en los ojos. "¡No quiero irme!", exclamó Estela con voz temblorosa. Ferrán asintió con tristeza pero luego sonrió.

"Pero sabes qué", dijo él, "podemos seguir jugando juntos incluso cuando no estamos aquí". Estela levantó la cabeza confundida pero intrigada por lo que Ferrán quería decir. "Podemos seguir dibujando y explorando nuevos juegos a través de video llamadas", explicó Ferrán emocionado.

Estela abrió los ojos sorprendida y luego sonrió. "¡Eso suena genial!", exclamó ella. Así, Estela y Ferrán descubrieron que la amistad no tenía límites geográficos.

Aprendieron a jugar juntos sin importar dónde estuvieran, simplemente compartiendo su imaginación y creatividad. Y así, su amistad perduró más allá de las vacaciones de verano, llevándolos a nuevas aventuras cada día.

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