Amigos sin fronteras
Había una vez una niña llamada Angélica, quien se mudó a una nueva ciudad junto con su familia. Era un cambio emocionante, pero también un poco aterrador para ella. Todo era desconocido y extraño.
Un día, mientras exploraba el vecindario, Angélica conoció a su vecino de al lado, Don Tomás. Era un hombre mayor con una sonrisa amable y arrugas que contaban historias de años vividos. Poco a poco, fueron entablando conversaciones y compartiendo momentos juntos.
Angélica descubrió que Don Tomás tenía muchas experiencias fascinantes para contarle. Le hablaba sobre sus viajes por el mundo y le enseñaba sobre la naturaleza que los rodeaba.
Juntos, recorrían el parque cercano observando aves y recolectando hojas caídas de los árboles. Con el tiempo, la amistad entre Angélica y Don Tomás creció cada vez más fuerte. Pasaban tardes enteras jugando juegos de mesa o simplemente sentados en el patio trasero disfrutando del sol.
Pero lo que ellos no sabían era que algo más estaba naciendo en sus corazones: un amor especial. Sin embargo, cuando Angélica decidió compartir esta noticia con su familia, se encontró con una respuesta inesperada.
"¡Pero Angélica! ¡Don Tomás es mucho mayor que tú! No podemos permitirte tener ese tipo de relación", dijo su madre preocupada. "Es cierto", agregó su padre seriamente. "Debes mantener tus amistades dentro de tu grupo de edad".
Angélica quedó sorprendida y triste por la reacción de sus padres. No entendía por qué no podían aceptar su amor por Don Tomás. Él era una persona maravillosa y siempre la había tratado con cariño y respeto.
Decidida a hacerles entender, Angélica comenzó a buscar historias sobre amistades inusuales que habían florecido en el pasado. Encontró cuentos de personajes famosos que se habían convertido en amigos, a pesar de las diferencias de edad o posición social.
Con estas historias en mente, Angélica convocó una reunión familiar para compartir sus descubrimientos. Les explicó cómo el amor puede encontrar su camino sin importar las circunstancias externas. "Mamá, papá, entiendo que les preocupe mi amistad con Don Tomás.
Pero él es un hombre bueno y me hace feliz", dijo Angélica con determinación.
Su hermano menor asintió emocionado y agregó: "Además, ¿no hemos aprendido que debemos aceptar a las personas tal como son?"Los padres reflexionaron sobre lo que sus hijos habían dicho y finalmente entendieron su punto de vista. Se dieron cuenta de que no importaba la edad o las diferencias entre dos personas si había amor puro y genuino.
Desde ese día, la familia de Angélica abrió su corazón para aceptar el amor entre ella y Don Tomás. Comenzaron a pasar tiempo juntos como una gran familia extendida, disfrutando del compañerismo y la alegría compartida.
Angélica se dio cuenta de lo importante que era luchar por aquello en lo que creías y cómo el amor podía superar cualquier barrera impuesta por la sociedad. Aprendió el valor de la amistad y cómo el respeto y la aceptación pueden unir a personas de diferentes edades y experiencias.
Y así, Angélica y Don Tomás continuaron compartiendo su amor y amistad a lo largo de los años. Su historia se convirtió en un ejemplo inspirador para todos aquellos que creían que el amor no tenía límites ni barreras.
FIN.