Amigos sin fronteras


Había una vez en Cajamarca, un niño llamado César que vivía en la hermosa sierra. César era un niño muy travieso y curioso, pero también muy responsable y estudioso.

Además de su amor por la escuela, tenía un compañero muy especial: su perro Huascar. Huascar era un perro valiente y leal. Siempre acompañaba a César a todas partes, incluso a la escuela.

Un día, mientras César se alistaba para ir a clases, notó que Huascar lo seguía con sus ojitos llenos de ternura. "¡Huascar! No puedes venir conmigo a la escuela", dijo César sorprendido. Pero el perrito no entendió las palabras de su amigo humano y decidió seguirlo sin importarle nada más.

Huascar corría detrás de él mientras César caminaba hacia el colegio. Cuando llegaron a la escuela, todos los niños se sorprendieron al ver al fiel compañero canino junto a su amigo humano.

El profesor también quedó asombrado por la presencia del perro en el salón de clases. "César, ¿por qué trajiste a tu mascota?", preguntó el profesor mirándolos con curiosidad. "Lo siento mucho profesor", respondió César avergonzado. "No sé cómo hizo para seguirme hasta aquí.

"El profesor sonrió y dijo: "Está bien, pero debes dejarlo afuera durante las clases". César obedeció las palabras del profesor e hizo salir a Huascar del salón de clases.

El perro esperó pacientemente afuera durante todo el día, hasta que finalmente sonó la campana de salida. Cuando César salió del colegio, Huascar saltó emocionado y comenzaron a jugar juntos en el patio. Sin embargo, algo extraño sucedió esa tarde: al regresar a casa, César notó que Huascar estaba triste y cansado.

"¿Qué te pasa, amigo?", preguntó César preocupado. El perro miró a su amigo humano con sus ojitos llenos de tristeza y respondió: "Cada vez que me dejas afuera, me siento solo y abandonado".

César se sintió culpable por no haber entendido los sentimientos de su fiel compañero. Decidió entonces hablar con sus padres para encontrar una solución. "Mamá, papá", dijo César con voz decidida.

"Huascar es parte de nuestra familia y quiero que también sea parte de mi educación". Sus padres escucharon atentamente las palabras de su hijo y comprendieron lo importante que era para él tener a Huascar cerca. Juntos buscaron una forma de incluir al perro en la vida escolar de César.

Al día siguiente, cuando César llegó al colegio junto a Huascar, todos quedaron asombrados por la creatividad e ingenio del niño. Habían construido un pequeño casillero para el perro dentro del salón de clases. Allí podía descansar cómodamente mientras César estudiaba.

El profesor también aceptó esta nueva situación con gusto y decidió aprovecharla como una oportunidad educativa para todos los niños. Aprendieron sobre la importancia del respeto hacia los animales y la responsabilidad de cuidarlos.

Con el tiempo, Huascar se convirtió en un querido miembro de la clase. Era un ejemplo de lealtad y amor incondicional para todos los niños.

Además, César aprendió a valorar aún más la importancia de la amistad y el respeto hacia los demás seres vivos. Así, César demostró que no importa cuán diferentes seamos o qué tan grandes sean nuestros sueños, siempre podemos encontrar una forma creativa de incluir a todos en nuestra vida.

Y así fue como César y Huascar vivieron muchas aventuras juntos, enseñando a todos que el amor y la amistad son los ingredientes esenciales para construir un mundo mejor.

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