Amigos sin límites



En la hermosa sabana africana vivía una jirafa llamada Camila. Era muy alta y elegante, con un pelaje moteado de colores tierra y unas grandes pestañas que resaltaban sus ojos curiosos.

Camila siempre se sentía triste porque no tenía amigos. La mayoría de los animales del lugar la miraban con asombro debido a su gran altura, pero nadie se acercaba a hablar con ella. Esto hacía que Camila se sintiera muy sola.

Un día, mientras Camila caminaba por la sabana, vio a una familia de elefantes jugando en el río. Se acercó tímidamente y les dijo:- ¡Hola! Soy Camila, ¿puedo jugar con ustedes? Los elefantes se miraron entre sí y comenzaron a reírse.

Uno de ellos le respondió burlonamente:- ¡Claro que no puedes jugar con nosotros! Eres demasiado alta y torpe. No queremos que nos estropees nuestros juegos. Camila se sintió triste y decepcionada.

Siguió caminando hasta llegar al lago donde las cebras bebían agua fresca. - Hola, soy Camila -dijo ella esperanzada-. ¿Puedo ser amiga de ustedes? Las cebras la miraron con desconfianza y una de ellas respondió:- Lo siento, pero no podemos ser amigas tuyas.

Tu pelaje es tan diferente al nuestro que nos sentiríamos incómodas contigo. Camila bajó su cabeza tristemente y decidió alejarse para buscar algún otro amigo. Mientras tanto, en lo profundo del bosque cercano a la sabana vivía una tortuga llamada Tomás.

Era un poco lenta, pero muy sabia y amigable. A Tomás le gustaba observar a los animales de la sabana y siempre estaba dispuesto a ayudar.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Tomás vio a Camila sentada bajo un árbol con lágrimas en sus ojos. - Hola, ¿qué te pasa? -preguntó Tomás acercándose lentamente. Camila levantó la cabeza y respondió con voz temblorosa:- Soy Camila, la jirafa, y no tengo amigos.

Todos se burlan de mí por ser alta y diferente. Tomás sonrió comprensivamente y dijo:- No te preocupes, Camila. Ser diferente es lo que nos hace únicos. Ven conmigo, te mostraré algo increíble.

Curiosa por descubrir qué tenía que mostrarle Tomás, Camila decidió seguirlo hasta llegar a un hermoso claro en medio del bosque. Allí encontraron una gran variedad de animales: monos saltando entre los árboles, pájaros cantando melodías alegres y leones descansando bajo el sol.

Camila quedó maravillada al ver cómo todos los animales convivían pacíficamente sin importar sus diferencias físicas. - ¿Ves? -dijo Tomás-. Aquí todos somos diferentes pero nos aceptamos tal como somos.

La verdadera amistad no se basa en la apariencia externa; se trata de compartir momentos especiales y respetarnos mutuamente. Camila comprendió entonces que no necesitaba cambiar para tener amigos verdaderos. Lo importante era ser ella misma y aceptar a los demás tal como eran.

Desde aquel día, Camila se convirtió en la jirafa más amigable de la sabana. Jugaba con los elefantes, compartía risas con las cebras y aprendía canciones de los pájaros. Todos los animales valoraban su amistad y ella se sentía feliz por haber encontrado un lugar donde realmente pertenecía.

Y así, Camila descubrió que la verdadera amistad no tenía barreras ni límites. Aprendió a ser valiente, a aceptarse a sí misma y a valorar las diferencias de los demás.

Juntos, todos vivieron felices en la hermosa sabana africana, recordando siempre que lo importante es el corazón y no el aspecto físico.

FIN.

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