Amigos sobre el hielo



En la fría y nevada Antártida, dos pingüinos muy amigos llamados Tito y Juan se levantaron temprano para ir a pescar al río Paraná. Al llegar, notaron algo extraño flotando en el agua.

Era un sapo que parecía haberse perdido de su hogar. Tito y Juan no eran expertos en anfibios, pero sabían que el sapo estaba en peligro si lo dejaban allí.

Así que lo sacaron del agua y lo llevaron con ellos a jugar al hockey sobre hielo. "¡Mira Juan! ¡El sapo quiere jugar con nosotros!", dijo Tito emocionado. Juan miró al sapo con curiosidad, pero luego recordó que era importante cuidarlo. "No sé si es buena idea, Tito. Podríamos lastimarlo.

"Pero Tito ya había tomado una decisión: él quería enseñarle a jugar hockey al nuevo amigo. El juego comenzó y los tres participantes estaban muy emocionados.

El sapo saltaba de un lado a otro tratando de interceptar el puck mientras Tito y Juan patinaban velozmente por la cancha. A pesar de ser nuevos en el deporte, los pingüinos demostraron habilidades impresionantes. Cuando terminó el partido, todos estaban cansados pero felices.

El sapo había aprendido mucho acerca del hockey gracias a sus amigos pingüinos. "Ahora es momento del asado", dijo Tito entusiasmado mientras sacaba su parrilla portátil. Juan ayudó preparando las brasas mientras Tito cocinaba los filetes de pescado fresco que habían capturado esa mañana.

El sapo miraba con curiosidad mientras se frotaba su pequeña barriga. "¿Quieres probar un poco de pescado, amigo?", preguntó Juan amablemente. El sapo asintió y probó el bocado que le ofrecieron. Nunca había comido algo tan delicioso en su vida.

Mientras disfrutaban de la cena juntos, los tres amigos conversaron sobre sus aventuras y sueños.

Tito le contó al sapo acerca de su deseo de convertirse en el mejor jugador de hockey sobre hielo del mundo, mientras que Juan habló sobre su amor por la pesca y cómo siempre había querido enseñarle a alguien más esta actividad. El sapo también compartió sus sueños: quería explorar nuevos lugares y conocer a otros animales interesantes como ellos dos.

Al finalizar la noche, los tres amigos estaban muy felices. Habían pasado un día lleno de aventuras y habían aprendido mucho uno del otro.

Los pingüinos se dieron cuenta de que no importa cuán diferentes sean las personas o animales, siempre hay algo que pueden compartir para hacer una amistad más fuerte. "¡Hoy fue un gran día! ¡Deberíamos hacer esto otra vez!", exclamó Tito con entusiasmo. Juan sonrió "Sí, pero esta vez podríamos invitar a otros amigos también".

Y así fue como Tito, Juan y el sapo se convirtieron en los mejores amigos imaginables gracias a un día lleno de aventuras emocionantes, deportes divertidos y comida deliciosa.

FIN.

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