Amigos solidarios
Había una vez en un pequeño pueblo, un perro marrón llamado Zander y una gata blanca llamada Brina.
Zander era muy juguetón y siempre estaba corriendo de un lado a otro, mientras que Brina era más tranquila y pasaba sus días tomando largas siestas al sol. Un día, Zander encontró a Brina durmiendo debajo de un árbol y decidió acercarse a saludarla. "¡Hola! Soy Zander, ¿quieres jugar conmigo?" -le preguntó emocionado el perro marrón.
Brina abrió lentamente los ojos y miró a Zander con curiosidad. "Hola, soy Brina. No suelo jugar mucho, prefiero descansar", respondió la gata blanca con calma. A pesar de sus diferencias, Zander y Brina se hicieron amigos.
Pasaban tiempo juntos cada día: Zander enseñaba a Brina juegos nuevos y divertidos, mientras que Brina le enseñaba a Zander la importancia de la tranquilidad y la paciencia.
Un día, mientras exploraban juntos el bosque cercano al pueblo, escucharon unos maullidos desesperados provenientes de un arbusto. Se acercaron con cuidado y descubrieron a un pequeño gatito gris atrapado entre las ramas. Sin dudarlo, Zander utilizó su fuerza para apartar las ramas y liberar al gatito.
"¡Gracias por salvarme!" -dijo el gatito gris emocionado mientras se limpiaba el polvo de su pelaje. "De nada", respondió modestamente Zander.
El gatito gris les contó que se había perdido del resto de su familia mientras jugaban cerca del arroyo y no sabía cómo regresar a casa. Sin pensarlo dos veces, Zander y Brina decidieron ayudarlo a encontrar el camino de vuelta al arroyo.
Durante el camino, enfrentaron varios desafíos como cruzar un río caudaloso o esquivar a un par de zorros traviesos; pero trabajando juntos lograron superar cada obstáculo con valentía e ingenio. Finalmente llegaron al arroyo donde la familia del gatito gris los esperaba angustiada.
Los padres del gatito agradecieron infinitamente a Zander y Brina por traerlo sano y salvo de vuelta a casa. "Gracias por ser tan valientes y solidarios", dijo la mamá gata emocionada. "No lo hubiéramos logrado sin ustedes". Zander sonrió orgulloso mientras Brina asentía con gratitud.
Juntos regresaron al pueblo sabiendo que habían hecho algo bueno ayudando a aquellos que lo necesitaban. Desde ese día en adelante, Zander aprendió que ser amable no solo significaba jugar o correr sin parar; también podía significar ayudar desinteresadamente cuando alguien lo necesitara.
Y Brina descubrió que salir de su zona de confort podía llevarla a vivir aventuras increíbles junto a sus amigos.
Y así fue como esta inusual pareja demostró que la verdadera amistad va más allá de las diferencias externas; se trata de apoyarse mutuamente en todo momento para crecer juntos como mejores compañeros en este gran viaje llamado vida.
FIN.