Amigos Unidos por la Diabetes
Había una vez un niño llamado Mateo que tenía diabetes. A pesar de llevar un sensor en su brazo para controlar su glucosa, se sentía triste porque sus amigos del colegio no entendían qué significaba tener esa condición.
Un día, durante el recreo, Mateo estaba revisando su sensor cuando sus amigos se acercaron preocupados. "¿Qué te pasa, Mateo? ¿Estás bien?", preguntó Sofía con cara de angustia. "Sí, estoy bien", respondió Mateo con una sonrisa forzada.
"Solo estoy revisando mi glucosa". Los amigos de Mateo fruncieron el ceño, confundidos. "¿Qué es la glucosa? No entendemos", dijo Juan. Mateo decidió explicarles pacientemente qué era la diabetes y por qué necesitaba controlar su glucosa constantemente.
Les contó que debía cuidar lo que comía y tomar insulina para mantenerse saludable. "¡Pero eso debe ser difícil! ¿No puedes comer nada rico entonces?", preguntó Lola con preocupación.
Mateo les explicó que podía comer de todo, siempre y cuando controlara las cantidades y tomara su insulina correctamente. Les mostró cómo medir sus niveles de glucosa y cómo administrarse la insulina. "¡Wow, eres todo un superhéroe, Mateo!", exclamaron sus amigos asombrados.
A partir de ese día, los amigos de Mateo lo acompañaron en su rutina diaria. Le recordaban cuándo era hora de hacerse una prueba de glucosa o tomar su insulina. Incluso aprendieron a contar carbohidratos juntos para saber cuánta insulina necesitaba Mateo en cada comida.
Con el apoyo y la comprensión de sus amigos, Mateo se sintió más feliz y seguro de sí mismo.
Ya no se sentía solo en su lucha contra la diabetes; ahora tenía un equipo increíble que lo respaldaba en todo momento. Y así, juntos, Mateo y sus amigos demostraron que la verdadera amistad va más allá de las diferencias y los desafíos. Aprendieron a apoyarse mutuamente y a crecer juntos como personas solidarias y empáticas.
Desde entonces, cada vez que veían a alguien en dificultades o enfrentando problemas similares, recordaban la importancia de estar ahí para ayudar sin juzgar ni discriminar.
Y colorín colorado este cuento ha terminado, pero la amistad entre Mateo y sus amigos continúa floreciendo día tras día.
FIN.