Amigos valientes



Vingo era un perrito muy travieso y juguetón. Le encantaba correr por la carretera, ladrando a los autos que pasaban y asustando a los niños que iban camino a la escuela de Chuquique.

Pero aunque Vingo se divertía mucho, no se daba cuenta de que su comportamiento podía ser peligroso. Un día, mientras Vingo correteaba por la carretera, una pequeña lagartija cruzó justo en frente de sus patitas.

La lagartija le dio un buen susto al saltar velozmente delante de él. Vingo se detuvo en seco y observó cómo la lagartija desaparecía entre unos arbustos. "¡Wow, esa lagartija es tan rápida!" pensó Vingo impresionado. "Nunca había visto a alguien moverse tan rápido.

"Decidió dejar de asustar a los niños y seguir a la lagartija para aprender más sobre ella. Siguiendo su instinto, comenzó a rastrearla por el campo cercano.

Después de un rato, finalmente encontró a la lagartija descansando sobre una gran piedra. —"Hola" , dijo Vingo con entusiasmo. "Soy Vingo, ¿y tú?"La lagartija levantó su cabeza y lo miró con curiosidad antes de responder: "Hola Vingo, soy Lila". Vingo estaba emocionado por conocer a alguien tan especial como Lila.

Desde ese día en adelante, se hicieron grandes amigos y compartieron muchas aventuras juntos. Lila le enseñaba cosas interesantes sobre el mundo natural: cómo trepar árboles sin caerse, cómo camuflarse en su entorno y cómo cazar insectos deliciosos.

Vingo, por su parte, le contaba a Lila sobre la vida en el pueblo y las travesuras que solía hacer. Un día, mientras exploraban un bosque cercano, encontraron un nido de pajaritos abandonado.

Vingo se preocupó al ver a los pequeños pajaritos indefensos allí. "Oh no, Lila", dijo Vingo con tristeza. "Estos pajaritos están solos y necesitan ayuda". Lila asintió y juntos decidieron buscar una manera de proteger a los pajaritos hasta que sus padres regresaran.

Construyeron un pequeño refugio con ramas y hojas para mantenerlos seguros. Mientras cuidaban de los pajaritos, Vingo comenzó a darse cuenta de lo importante que era ser amable y protector con los demás seres vivos.

Ya no quería asustar a los niños ni causar problemas en el pueblo. Cuando llegó el momento de que los pajaritos volaran por sí mismos, Vingo sintió una gran satisfacción al verlos partir hacia su nuevo hogar. Sabía que había hecho algo bueno por ellos.

Vingo decidió cambiar su comportamiento y usar su energía para cosas positivas. En lugar de asustar a los niños, comenzó a jugar con ellos pacíficamente.

Los niños descubrieron lo divertido y adorable que podía ser Vingo cuando estaba tranquilo. Poco a poco, el pueblo comenzó a apreciar la nueva actitud de Vingo. Incluso le organizaron una fiesta sorpresa para celebrar su transformación positiva. Desde entonces, Vingo se convirtió en un perro muy querido en Chuquique.

Aprendió que no hay nada más valioso que la amistad y el cuidado hacia los demás. Y así, Vingo vivió felizmente, siempre recordando su encuentro con Lila y cómo juntos lograron cambiar su vida para mejor.

FIN.

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