Amistad en el Bosque



Había una vez un lobo rojo llamado Lucas que vivía en el bosque junto a su mamá. Lucas era un lobo muy valiente y curioso, pero también tenía un poco de miedo a lo desconocido.

Un día, la mamá de Lucas le dijo: "Lucas, tu abuela está enferma y necesita que alguien vaya a cuidarla. ¿Podrías ir tú?" El lobo rojo asintió con la cabeza, aunque por dentro sentía un poco de temor.

Había escuchado historias sobre la Caperusita Feroz, una versión malvada de Caperucita Roja que asustaba a todos en el bosque. Con mucho miedo pero decidido a ayudar a su abuela, Lucas se puso en camino hacia la casa de ella.

Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos del bosque, su corazón latía rápidamente. Estaba pensando en cómo enfrentaría a la Caperusita Feroz si se cruzaba con ella.

Finalmente, llegó a la pequeña casita de su abuela y tocó delicadamente la puerta.

Pero para su sorpresa, no fue su dulce abuelita quien le abrió la puerta sino ¡la mismísima Caperusita Feroz! Lucas retrocedió unos pasos lleno de temor mientras miraba fijamente los afilados dientes y las garras afiladas de la caperucita feroz. Sin embargo, algo extraño ocurrió cuando sus ojos se encontraron. La caperucita feroz parecía diferente a como todos decían que era.

Sus ojos reflejaban tristeza y soledad, y su voz sonaba más como un susurro triste que como un rugido feroz. Lucas decidió no dejarse llevar por los prejuicios y le preguntó con valentía: "¿Por qué eres tan feroz? ¿Qué te ha pasado?"La caperucita feroz se sorprendió por la pregunta y bajó la mirada.

Con una voz temblorosa, respondió: "Todos me temen por mi apariencia, pero en realidad solo quiero tener amigos y ser aceptada". Lucas sintió compasión por ella y decidió tenderle una pata de amistad.

Desde ese día, Lucas visitaba a la caperucita feroz todos los días después de cuidar a su abuela. Juntos compartían historias, jugaban a las escondidas y descubrían cosas nuevas en el bosque.

La caperucita feroz empezó a darse cuenta de que no necesitaba asustar a los demás para sentirse importante. Con el tiempo, los animales del bosque también se dieron cuenta de que la caperucita feroz era diferente de lo que pensaban.

Empezaron a acercarse a ella sin miedo y descubrieron su corazón bondadoso. Lucas aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien sin conocerlo primero. A veces, detrás de una apariencia temible o diferente, se esconde alguien especial que solo necesita amor y amistad.

Y así fue como Lucas ayudó no solo a su abuela sino también a cambiar la vida de la caperucita feroz. Juntos demostraron al mundo que todos merecemos ser comprendidos y aceptados tal como somos, sin importar nuestra apariencia.

Desde aquel día, el bosque se llenó de risas y alegría gracias a la amistad entre Lucas y la caperucita feroz.

Y cada vez que alguien en el bosque se encontraba con ellos, recordaban que no debían juzgar a los demás por su apariencia, sino por lo que llevan dentro de sus corazones.

FIN.

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