Amistad en el Bosque



Había una vez un hermoso bosque donde los árboles se alzaban altos y el sol se filtraba entre las hojas. En este lugar habitaba un lobo llamado Leo, conocido por su pelaje gris y sus ojos amarillos brillantes. A pesar de ser un lobo, Leo tenía un buen corazón y siempre había soñado con tener un amigo.

Un día, mientras Leo paseaba por el bosque, escuchó un ladrido débil. Siguiendo el sonido, encontró a un perro atrapado en una trampa. Era un perrito pequeño de pelo marrón que se veía muy asustado.

"¡Ayuda!" - gritó el perrito. "No puedo salir de aquí, por favor..."

Leo se acercó despacio para no asustarlo más y dijo:

"No tengas miedo, pequeño. Soy Leo, un lobo. Voy a ayudarte."

"¡Un lobo!" - exclamó el perrito. "Pensé que los lobos son peligrosos."

"No todos los lobos son malos. Solo quiero ayudar." - respondió Leo con suavidad. Con un movimiento ágil, Leo usó sus fuertes patas para liberar al perrito de la trampa.

Una vez libre, el pequeño perrito lo miró con gratitud.

"Soy Toby. No sé cómo agradecerte. Pensé que nunca saldría de aquí."

"No es necesario que me agradezcas, Toby. Solo quiero que sepas que puedes contar con mí como amigo."

A partir de ese día, Leo y Toby se volvieron inseparables. Pasaban horas explorando el bosque, jugando a las escondidas y disfrutando de la naturaleza. A pesar de sus diferencias, el lobo y el perrito formaban un gran equipo.

Sin embargo, una tarde, mientras jugaban cerca de un arroyo, Toby escuchó unas voces.

"¡Leo! Escuché algo raro. Vamos a ver qué es."

Con curiosidad, siguieron las voces hasta llegar a la claridad de un claro. Allí, encontraron a un grupo de animales: ciervos, zorros y conejos, reunidos en un círculo.

"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó Leo.

Una cierva, algo nerviosa, explicó:

"Los humanos han empezado a entrar al bosque. Tienen trampas y quieren cazar. Todos estamos asustados."

Toby se acurrucó junto a Leo.

"¿Y qué vamos a hacer?"

Leo pensó por un momento.

"Si trabajamos juntos, podemos proteger nuestro hogar. Propongo que hagamos guardia y avisemos a todos los animales si vemos a los humanos acercándose."

Los animales miraron a Leo con sorpresa, pero también con esperanza.

"¡Buena idea!" - dijo un zorro. "Nosotros podemos ayudar a desviar la atención de los humanos."

Así, esa noche, todos los animales se distribuyeron por el bosque. Toby y Leo se quedaron en un lugar alto, desde donde podían ver todo el claro.

De repente, Leo divisó las linternas de los humanos acercándose.

"¡Toby! ¡Hay que avisar a los demás!"

Los dos amigos corrieron rápidamente hacia el centro del claro, gritando:

"¡Los humanos vienen! ¡Rápido, escondanse!"

Cada animal encontró su escondite y, cuando los humanos llegaron, no lograron ver a nadie.

"¿Qué extraño?" - dijo uno de los humanos. "Parece que el bosque está vacío."

Tras varias horas de búsqueda, los humanos decidieron irse, frustrados. Leo y Toby, aliviados, regresaron a donde estaban los demás animales.

"¡Lo hicimos!" - exclamó Toby emocionado.

"Sí, lo hicimos gracias a la valentía de todos. A veces, la amistad puede unir a los más diferentes y llevar a grandes logros," - dijo Leo, sintiendo una calidez en su corazón.

Desde ese día, no solo Leo y Toby eran amigos, sino que todos los animales del bosque aprendieron a ayudar y protegerse unos a otros, sin importar sus diferencias. En el bosque, donde había habido temor, ahora había unidad, respeto y, sobre todo, cariño.

Y así, el lobo y el perro dejaron un mensaje para todos: "La verdadera amistad no conoce fronteras. Siempre hay espacio para un amigo, sin importar cuán diferentes seamos".

FIN.

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