Amistad en el bosque encantado



La tortuga, llamada Tita, levantó la cabeza y se encontró con los ojos brillantes de la serpiente, llamada Sibila.

Al principio Tita sintió un escalofrío recorrer su caparazón, pero decidió mantener la calma y preguntarle a Sibila por qué la miraba de esa manera. - ¡Hola, amiga serpiente! ¿Por qué me miras así? -preguntó Tita con curiosidad. Sibila sonrió de forma enigmática y respondió: - Hola, tortuguita. Te he estado observando y me sorprende tu tranquilidad y alegría.

Yo siempre estoy tan inquieta y seria que me gustaría aprender un poco de tu actitud. Tita se sintió halagada por las palabras de Sibila y le propuso dar un paseo juntas para conversar más tranquilamente.

Ambas comenzaron a caminar lentamente por el bosque mientras compartían sus experiencias y puntos de vista sobre la vida. Durante el camino, se encontraron con otros animales del bosque que notaron lo diferentes que eran Tita y Sibila.

El conejo Saltarín les preguntó curioso:- ¿Qué hacen ustedes dos juntas? Son tan distintas... Tita explicó que a pesar de sus diferencias, habían encontrado cosas en común que las unían como amigos.

Saltarín asintió con comprensión y decidió unirse al paseo junto a ellos. Así, los tres amigos continuaron explorando el bosque, aprendiendo unos de otros y disfrutando de la compañía mutua. Descubrieron rincones mágicos donde jugaron juntos e incluso ayudaron a una familia de pajaritos a construir su nido.

Con el paso del tiempo, Tita enseñó a Sibila a relajarse y disfrutar del momento presente, mientras que Sibila mostró a Tita cómo enfrentar sus miedos con valentía cuando era necesario.

Saltarín les recordaba la importancia de mantenerse activos y curiosos ante todo lo que les rodeaba. Un día, mientras descansaban bajo la sombra de un árbol centenario, las tres amigas reflexionaron sobre lo mucho que habían crecido juntas gracias a su diversidad.

- ¡Qué lindo es tener amigos tan diferentes pero tan especiales como ustedes! -dijo emocionada Tita. - Es cierto, cada uno aporta algo único al grupo -agregó Sibila con una sonrisa sincera.

- ¡Y pensar que todo empezó con una simple mirada entre nosotras! -exclamó Saltarín saltando jubiloso. Desde ese día en adelante, Tita, Sibila y Saltarín se convirtieron en inseparables compañeros de aventuras en el bosque. Aprendieron a valorar sus diferencias como fortalezas que complementaban sus personalidades únicas.

Y así demostraron que la verdadera amistad no entiende de apariencias ni prejuicios; solo necesita amor, respeto y aceptación mutua para florecer en toda su plenitud. Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡pero su amistad durará para siempre!

FIN.

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