Amistad en el Gallinero



Había una vez, en un pueblo muy tranquilo, un zorro llamado Rufián. Era un zorro astuto y, a menudo, se hablaba de él como el más inteligente de la zona. Un día, mientras caminaba cerca de un gallinero, escuchó un gran alboroto. Curioso, se acercó y vio a cinco gallinas: Clara, Nela, Luli, Berta y Chimi, todas muy preocupadas. Las gallinas habían perdido su desayuno y temían que un ladrón de comida estuviera vigilando el gallinero.

"¡Ay, no!" - exclamó Clara. "No puedo creer que esto esté pasando, ¡nuestro maíz estaba aquí!"

"Eso no es bueno, chicas. Si no encontramos ese maíz, nos quedaremos sin comer por un tiempo", agregó Nela angustiada.

Rufián, quien en su interior deseaba el maíz, decidió acercarse y ofrecer su ayuda.

"Hola, amigas gallinas. ¿Qué pasa? Puedo ayudarlas a recuperar su maíz".

Al principio, las gallinas lo miraron con desconfianza.

"¡No!" - gritó Luli. "Eres un zorro, y los zorros no son de fiar. Siempre quieren comerse a las gallinas!"

- “¿Por qué deberíamos confiar en vos? ” - preguntó Berta, con una mirada desafiante.

"Entiendo su desconfianza, pero no soy solo un zorro, soy Rufián. Y quiero demostrar que puedo ser su amigo, no su enemigo. ¿Qué tal si me cuentan qué sucedió?"

La inquieta Chimi se animó y dijo:

"La semana pasada, uno de nuestros maíces desapareció. Pensamos que lo había robado un zorro, pero nunca lo vimos. Hoy simplemente no encontramos la bolsa donde lo guardamos."

Rufián escuchó atentamente y, después de pensar un momento, tuvo una idea.

"Podría ayudar a investigarlo. Si encontramos al verdadero ladrón, les prometo que no me llevaré su maíz".

Las gallinas se miraron entre sí, dudando, pero la necesidad de recuperar su comida era tan grande que decidieron darle una oportunidad.

"Está bien, Rufián, pero si no cumples tu promesa, te echaré de un picotazo" - dijo Nela con determinación.

Rufián sonrió, se sentía motivado y comenzó a buscar pistas.

Durante la investigación, el grupo se encontró con Don Gato, un viejo feline astuto que podía parecer amigable, pero todos sabían que tenía sus propios planes.

"¿Qué están haciendo aquí, gallinas?" - preguntó Don Gato mientras se lavaba la pata.

"Estamos buscando al ladrón de nuestro maíz”, respondió Berta.

- “¿Y qué hace un zorro en este asunto? No es de fiar”.

Rufián se sintió un poco herido por el comentario, pero mantuvo la calma.

"Solo intento ayudar. ¿No has visto nada sospechoso?"

Don Gato soltó una risa burlona.

"Nunca he visto nada, pero si ven a algún ladrón, avísenme, estoy buscando una cena rica".

Un poco más adelante, se toparon con el Viejo Perro, un sabueso que siempre estaba alerta.

"¡Hola, gallinas! Y tú, Rufián, ¿qué haces por aquí?"

"Buscamos al que se llevó nuestro maíz" - contestó Chimi.

"Vi a unos patos merodeando por aquí ayer. Quizá ellos sepan algo".

"De verdad, gracias, Viejo Perro! Vamos a investigar" - dijo Rufián, alegre.

Los cinco se dirigieron al estanque donde, efectivamente, encontraron a los patos charlando alegremente.

"¡Hey, patos! ¿Vieron algo extraño cerca del gallinero?" - preguntó Clara.

Los patos los miraron y uno de ellos, llamado Pico, respondió:

"Sí, vimos a un par de ratas merodeando ayer. Tal vez ellas sean las responsables."

Con esta nueva pista, las gallinas, Rufián y el Viejo Perro se marcharon al huerto en busca de las ratas. Después de unos minutos, encontraron a las ratas que efectivamente estaban en medio de un banquete de maíz.

"¿Qué están haciendo con nuestro maíz?" - gritó Luli, enojada.

Las ratas, sorprendidas, se detuvieron y miraron a los gallinas y a Rufián.

"Lo sentimos, no sabíamos que era de ustedes. Solo queríamos llevar algo de alimento", dijo una de las ratas, temblando.

Rufián, que había estado pensando en lo que había aprendido, decidió actuar de una manera inesperada.

"Miren, si realmente tienen hambre, podemos compartir un poco, pero no se vuelvan a llevar nuestro maíz sin pedir permiso".

Las ratas, asombradas por la propuesta del zorro, aceptaron.

"Gracias, Rufián. No queríamos causar problemas".

Las gallinas se quedaron boquiabiertas ante la decisión del zorro.

"Wow, nunca esperaba eso de vos" - dijo Clara.

"Sos un verdadero amigo, Rufián" - agregó Nela.

A partir de ese día, Rufián se convirtió en un gran aliado de las gallinas. Juntos aprendieron que la amistad y la lealtad podían superar cualquier desconfianza y miedo. Y así, el gallinero se convirtió en un lugar de armonía entre gallinas y su nuevo amigo, el zorro

Las gallinas nunca olvidaron cómo lograron confiar en Rufián y cómo, al final, la lealtad y la amistad prevalecieron por encima de sus diferencias.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!