Amistad en el Valle
En un hermoso valle, lleno de flores y pasto fresco, vivían dos amigos muy peculiares: un guanaco llamado Gua y un cordero llamado Lito. Aunque eran diferentes, se llevaban muy bien y siempre exploraban juntos.
Un día decidieron aventurarse más allá de su hogar. Mientras caminaban, Gua miró hacia las montañas lejanas y dijo:
"¿No te gustaría llegar a la cima de ese cerro? Deberíamos intentarlo. ¡Debe ser increíble ver todo desde allí!"
Lito, un poco asustado, contestó:
"Pero Gua, ¡es muy alto y yo nunca he escalado una montaña!"
"No te preocupes, amigo. Yo estaré contigo. Lo importante es que lo intentemos juntos."
Con esa motivación, comenzaron su aventura. A medida que avanzaban, se encontraron con una corriente de agua. Gua saltó con agilidad, mientras Lito dudaba.
"¿Y si me caigo? No sé nadar."
"Confía en ti mismo, Lito. Eres más fuerte de lo que crees. Solo sigue mis pasos y todo saldrá bien."
Así que, decidido, Lito intentó saltar. Con un poco de esfuerzo, logró cruzar. Al llegar al otro lado, se sintió orgulloso y dijo:
"¡Lo logré! Gracias, Gua. Me siento valiente."
Continuaron su camino, pero pronto llegaron a un camino cubierto de piedras sueltas. Lito comenzó a temblar:
"No sé si puedo hacerlo. Cada paso me da miedo."
"Eso es natural, amigo. Solo avanza lentamente y recuerda que yo estaré justo detrás tuyo. ¡Lo haremos juntos!"
Lito empezó a caminar despacio. Con cada paso, ganaba más confianza. De repente, Lito empezó a correr de la emoción, pero un pequeño tropezón lo hizo caer. Gua corrió rápidamente hacia él:
"¿Estás bien, Lito?"
"Sí, solo me asusté un poco. Pero creo que puedo continuar."
Cuando llegaron a la cima de la montaña, el paisaje era espectacular. Se sintieron en la cima del mundo. Gua miró a su amigo y sonrió:
"¿Ves? Todo valió la pena. ¡Eres valiente y fuerte!"
"Gracias por creer en mí, Gua. No lo hubiera logrado sin ti."
Relajados y felices, disfrutaron del viento fresco y se prometieron hacer más aventuras juntos.
Sin embargo, al empezar a descender, se encontraron con una niebla espesa que dificultaba la visión. Lito se puso nervioso:
"¿Qué hacemos ahora? No puedo ver nada."
"No te preocupes, Lito. Vamos a hacer lo que sabemos hacer: seguir juntos y escuchar nuestras voces. ¿Te parece?"
Lito asintió y decidieron avanzar despacio, guiándose uno al otro. Así lograron salir de la niebla y encontrar el camino de regreso a casa. Cuando llegaron, el sol ya comenzaba a ponerse en el horizonte. Lito exclamó:
"Hoy aprendí que la amistad hace que cualquier desafío parece más fácil."
"Exactamente, amigo. Juntos somos más fuertes. ¡Nunca olvides eso!"
Desde ese día, Gua y Lito siguieron explorando el valle, siempre apoyándose mutuamente y recordando que la valentía se encuentra en cada pequeño paso que damos, especialmente si tenemos amigos a nuestro lado.
FIN.