Amistad en Tiempos de Oro
Érase una vez, en las llanuras de los Andes, un cuy llamado Tico y una lla que respondía al nombre de Lila. Eran amigos inseparables y pasaban sus días explorando praderas verdes, jugando entre las flores y corriendo en las suaves pendientes.
Un día, mientras Tico y Lila jugaban cerca de un arroyo, escucharon a un grupo de incas discutiendo sobre un tesoro brillante. Curiosos, se acercaron un poco más y se dieron cuenta de que hablaban del oro.
"¿Oro? ¿Qué es eso?", preguntó Lila, mirando a Tico con los ojos llenos de preguntas.
"No lo sé, pero suena precioso! Quizás deberíamos buscarlo y ver de qué se trata", respondió Tico, emocionado.
Así que, armados con su curiosidad y ganas de aventura, decidieron emprender una búsqueda del oro. Tras un largo día de exploración, finalmente encontraron una pequeña cueva escondida en una montaña. Al entrar, quedaron deslumbrados por lo que vieron: brillantes piedras doradas que iluminaban el lugar con su resplandor.
"¡Mira todo este oro, Lila! ¡Es hermoso! Creo que deberíamos llevarlo a casa", dijo Tico, con entusiasmo.
"Pero Tico, no estoy segura de que eso sea correcto. Tal vez no debamos tocarlo", advirtió Lila.
"¡No seas aburrida! El oro puede hacernos ricos. ¡Podríamos comprar comida y tener fiestas todos los días!", argumentó Tico, completamente convencido.
Lila sintió que su amigo se estaba dejando llevar por la avaricia, pero no quería pelear.
"Tico, nuestra amistad es mucho más valiosa que cualquier tesoro", dijo ella con calma.
"¿Valiosa?", repitió Tico, sin poder entender.
Mientras ambos discutían, inesperadamente, un grupo de incas apareció en la entrada de la cueva. Los incas, que cuidaban del lugar, miraron a los dos amigos con seriedad.
"¿Qué hacen aquí, pequeños? Este oro pertenece a la tierra y a nuestros antepasados", dijo uno de ellos.
"Nosotros solo queríamos un poco...", empezó a explicar Tico, pero el anciano lo interrumpió.
"El oro no tiene valor si no se comparte. Es el amor, la amistad y la generosidad lo que realmente importa. Ustedes, con su disputa, han olvidado el verdadero significado de las riquezas. No se puede comprar amor ni amistad con nada en el mundo. ¿No lo ven?"
Tico y Lila se miraron, y en ese momento se dieron cuenta de que habían estado tan enfocados en el oro que habían descuidado su conexión especial.
"Lila, perdóname... No quería hacerte sentir mal. Tu amistad es lo más importante para mí", admitió Tico, con sinceridad.
"Y yo te perdono, Tico. A veces es fácil dejarse llevar por cosas materiales. Aprendamos de esto juntos", dijo Lila, sonriendo.
Los incas sonrieron al ver que los amigos habían rescatado su amistad.
"Regresen a su hogar y recuerden lo que han aprendido hoy. La verdadera riqueza está en compartir, en estar juntos y en cuidar a los que amamos", les recordaron antes de marcharse.
Tico y Lila decidieron dejar el oro en la cueva, entendiendo que su relación era el tesoro más grande que podían tener. Cuando regresaron a casa, siguieron explorando y jugando juntos, pero ahora hacían lo posible por compartir cada momento, cada risa y cada aventura.
Con el tiempo, se convirtieron en un ejemplo para otros animales, enseñando que la amistad es, sin duda, el mayor oro que uno puede encontrar.
Y así, Tico el cuy y Lila la lla vivieron felices, recordando siempre la lección que aprendieron sobre el verdadero valor de la amistad y el amor.
FIN.