Amistad Inesperada
En un profundo bosque donde los árboles se mecían suavemente con el viento, vivía un astuto zorro llamado Zorrito. Zorrito era conocido por su habilidad para correr rápido y su gran inteligencia. Sin embargo, a menudo se sentía solo, ya que todos los animales lo consideraban un cazador y temían su presencia.
No muy lejos de allí, en una clara iluminada por el sol, vivía una liebre llamada Lía. Lía era rápida y ágil, y su pelaje blanco la hacía casi invisible entre la nieve. También era conocida por su bondad y su alegría, pero siempre se mantenía alejada de los zorros, pensando que era mejor no acercarse a ellos.
Un día, mientras Zorrito estaba explorando el bosque, escuchó un ruido extraño. Curioso, se acercó y vio a Lía atrapada en un arbusto espinoso.
"¡Ayuda!" gritó Lía, intentando liberarse.
Zorrito dudó por un momento. Sabía que según la leyenda del bosque, los zorros y las liebres eran enemigos naturales. Pero no podía ignorar el sufrimiento de la liebre, así que se acercó, decidido a ayudar.
"No te preocupes, Lía, yo te ayudaré" dijo Zorrito con una voz suave para no asustarla.
"¡Pero eres un zorro! No deberías ayudarme, deberías... comerme!" contestó Lía, temerosa.
Zorrito hizo una pausa al escuchar eso.
"Es cierto que mi naturaleza me dice que debería ser tu enemigo, pero yo no quiero hacerte daño. Estoy aquí para ayudarte, y yo no soy como los demás zorros".
Lía lo miró con desconfianza, pero vio que Zorrito se acercaba con cuidado, utilizando su astucia para desenredar las espinas. Poco a poco, logró liberar a Lía.
"¿Ves? No fue tan difícil" dijo Zorrito mientras ella se sacudía las hojas.
"Gracias, Zorrito. No esperaba que un zorro fuera tan... amable" respondió Lía, todavía sorprendida.
Desde aquel día, Lía y Zorrito comenzaron a verse con más frecuencia. Se contaban historias sobre sus vidas y se divertían juntos. Sin embargo, la paz no duró mucho. Los otros animales del bosque comenzaron a notar su amistad y murmullos comenzaron a circular.
Las ardillas decían: "No debería ser! Lía está en peligro. Un zorro jamás puede ser amigo de una liebre!"
Incluso acercaron a un grupo de conejos que animaban a Lía a huir de Zorrito. Pero ella no estaba asustada.
"No estoy en peligro. Zorrito no me quiere hacer daño, es mi amigo" respondía Lía con valentía.
Zorrito, al escuchar esto, se sintió emocionado y triste al mismo tiempo. La opinión de los demás animales le pesaba, y comenzó a sentir la presión.
Una mañana, Zorrito decidió que era mejor mantener distancia para proteger a su amiga, así que se alejó.
"Lía, creo que sería mejor si no nos vemos más" le dijo, mientras evitaba mirarla.
"¿Por qué? ¡Pero somos amigos!" exclamó Lía, confundida.
"No quiero que te estén mirando con miedo. Todos piensan que soy peligroso y no puedo cambiar eso" respondió Zorrito con tristeza.
Lía se sintió herida. ¿Por qué tenía que dejarse llevar por lo que decían los demás?"Zorrito, no importa lo que piensen los demás. La verdadera amistad no depende de lo que hagan los otros, sino de lo que sentimos nosotros".
Zorrito reflexionó sobre sus palabras y se dio cuenta de que tenía razón. Tal vez sus diferencias no deberían separarlos.
"Entonces, hagamos entender a todos que nuestros lazos son más fuertes que la adversidad" sugirió Zorrito con renovada determinación.
Lía sonrió, llena de esperanza. Ambos decidieron organizar una gran fiesta en el claro del bosque, invitando a todos los animales, de modo que pudieran conocerse y entender que la amistad no conocía límites.
El día de la fiesta, todos los animales llegaron con desconfianza, pero a medida que la música empezó a sonar y todos comenzaron a bailar y jugar, el ambiente fue cambiando. Zorrito y Lía mostraron a todos que podían divertirse juntos, a pesar de sus diferencias.
"¡Miren!" gritaba Lía, saltando de alegría.
"¡Zorrito puede ser tan divertido como un conejo!"
Con el tiempo, todos comenzaron a olvidar las viejas costumbres y, poco a poco, la idea de que ascienden de enemigos ya no se escuchaba más en el bosque.
Zorrito y Lía enseñaron a los demás que ser diferente no es motivo para no ser amigos. Y así, su amistad se volvió un símbolo, inspirando a muchas otras criaturas a abrir sus corazones y aceptar a aquellos que eran diferentes.
El bosque jamás volvió a ser el mismo, y Zorrito y Lía, felices como nunca, demostraron que la verdadera amistad supera ese abismo entre lo diferente y lo inesperado.
FIN.