Amistad Renovada
Era un día soleado en el barrio de Villa Esperanza, y las risas de las niñas resonaban por todas partes. Manuela y Victoria eran las mejores amigas. Juntas jugaban a la pelota, hacían manualidades y pasaban horas hablando de sus sueños. Sin embargo, un día todo cambió.
Se acercaba el día del picnic escolar, y ambas querían llevar sus tortas favoritas. Manuela había prometido hacer una torta de chocolate, y Victoria, una de frutilla. Pero cuando el día del picnic llegó, Manuela se dio cuenta de que había olvidado comprar los ingredientes para su torta. En medio de la desesperación, corrió hacia la casa de Victoria, buscando ayuda.
"Victoria, no sé qué hacer, olvidé todo para mi torta. ¿Podés prestarme un poco de tu frutilla?" - pidió Manuela.
"¡No! Esa es mi torta y yo me esforcé un montón para hacerla. No voy a compartirla con nadie, y menos con vos ahora" - respondió Victoria, indignada.
Manuela sintió que su corazón se rompía. Nunca pensó que su mejor amiga pudiera ser tan egoísta. Furiosa, dio media vuelta y se marchó a casa. Desde ese día, las dos amigas dejaron de hablarse.
Pasaron los días, y aunque ambas estaban tristes, ninguna de las dos se atrevía a dar el primer paso. Manuela pasaba las tardes imaginando cómo sería volver a jugar con Victoria, mientras que Victoria se preguntaba si había tomado la decisión correcta.
Una tarde, mientras pintaban el mural del colegio, se encontraron en la sala de arte. El ambiente estaba tenso.
"No sé si alguna vez vas a perdonarme por lo que pasó en el picnic, pero no quería ser egoísta" - dijo Victoria, rompiendo el silencio.
"Yo tampoco quería enojarme. Me daba pena no ver a mi mejor amiga" - respondió Manuela.
De repente, la maestra entró con una gran caja llena de materiales para hacer manualidades. Ella animó a todas las niñas a trabajar en un proyecto juntas. Al principio, Manuela y Victoria dudaron, pero luego, se miraron y decidieron intentarlo.
"¿Qué te parece si hacemos una hermosa guirnalda con flores?" - sugirió Manuela.
"¡Sí! Pero podemos combinar nuestras ideas, yo puedo hacer las flores de frutilla y vos las de chocolate" - propuso Victoria, sonriendo.
Mientras trabajaban, comenzaron a recordar viejos tiempos.
"¿Recuerdas cuando hicimos el fuerte de almohadas?" - rió Manuela.
"¡Sí! Y cómo tuvimos que escondernos de mamá porque creía que desordenamos todo" - rió Victoria.
Las risas ayudaron a borrar el malentendido del pasado. Al final de la tarde, su guirnalda era la más hermosa de todas, llena de colores y risas.
Finalmente, Victoria dio un paso adelante.
"Manu, estoy muy feliz de que hayamos podido resolver lo nuestro. Me di cuenta de que no vale la pena perder la amistad por un malentendido" - confesó.
"Yo también lo siento. Aprendí que a veces hay que hablar en vez de enojarse. Siempre es mejor ser amigas que pelear, porque juntas llegamos más lejos" - respondió Manuela, emocionada.
A partir de ese día, Manuela y Victoria nunca se volvieron a pelear. Se prometieron que si alguna vez había un malentendido, hablarían y resolverían las cosas al instante. Su amistad floreció como una hermosa guirnalda, llena de colores y alegría.
Y así, dos amigas aprendieron que la comunicación y la empatía son la clave para mantener una buena amistad. Nunca es tarde para pedir perdón y reir juntas nuevamente.
FIN.