Amistad sin fronteras


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una camada de adorables cachorritos yorkies que acababan de nacer. Entre ellos, se encontraba un pequeño y valiente perrito llamado Enki.

Desde el momento en que abrió los ojos, demostró ser amoroso, travieso y muy juguetón. Enki era el más curioso de todos sus hermanitos. Siempre estaba explorando cada rincón del jardín de la casa donde vivían con su mamá y sus dueños.

Un día, mientras jugaba cerca de la piscina, escuchó a su mamá gritar desesperadamente:- ¡Enki! ¡Ten cuidado con el agua! No sabes nadar todavía. Pero el pequeño Enki no le hizo caso y decidió acercarse aún más al borde.

De repente, resbaló y cayó al agua. A pesar del miedo que sentía, recordó las palabras de su mamá sobre mantenerse calmado en situaciones difíciles.

Con todas sus fuerzas comenzó a mover sus patitas e instintivamente empezó a nadar hacia el borde. - ¡Ayuda! -gritaba Enki mientras luchaba por salir del agua. Afortunadamente, uno de los niños de la familia lo vio y corrió rápidamente a rescatarlo antes de que fuera demasiado tarde.

Desde ese día, Enki aprendió lo importante que es escuchar a quienes nos quieren y seguir las indicaciones para mantenernos seguros. Con el tiempo, Enki creció sano y fuerte gracias al cariño de su familia y a sus travesuras diarias.

Una mañana soleada, mientras perseguía mariposas en el jardín, escuchó unos ladridos provenientes del parque cercano. Intrigado por descubrir qué pasaba allí, decidió aventurarse solo por primera vez fuera de casa.

Al llegar al parque vio a un perrito callejero siendo intimidado por otros perros más grandes. - ¡Dejen en paz a mi amigo! -gritó valientemente Enki interponiéndose entre ellos. Su acto heroico sorprendió a todos los presentes y logró ahuyentar a los perros agresores.

El perrito callejero le dio las gracias emocionado por haberlo salvado. Desde ese día se convirtieron en amigos inseparables y juntos recorrían las calles ayudando a otros animales necesitados.

La valentía y solidaridad demostradas por Enki inspiraron a muchos otros animales a seguir su ejemplo y formaron una comunidad unida que siempre se apoyaba mutuamente. Y así fue como Enki pasó sus días siendo amado por todos aquellos que tuvo la oportunidad de conocerlo; enseñándoles importantes lecciones sobre amistad, valentía e solidaridad.

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