Amistad y Arte



Había una vez una niña llamada Lola, que siempre estaba enojada y triste. No importaba lo que hicieran sus padres para intentar alegrarla, ella parecía estar sumida en la tristeza todo el tiempo.

Un día, su mamá decidió hablar con ella y le dijo: "Lola, entiendo que estés enojada y triste, pero debemos encontrar una forma de sanar tu corazón para que puedas ser feliz". Lola miró a su mamá con desconfianza.

"¿Cómo se supone que voy a sanar mi corazón? No entiendo", respondió Lola mientras fruncía el ceño. Su mamá sonrió y le dijo: "Bueno, podríamos empezar por descubrir qué te hace sentir así.

¿Por qué estás tan enojada y triste?"Lola pensó por un momento y luego suspiró. "Creo que me siento así porque me cuesta hacer amigos en la escuela. Siempre me siento sola". La mamá de Lola asintió comprensiva. "Entiendo cómo te sientes.

Pero tal vez podríamos buscar alguna actividad donde puedas conocer a otros niños con intereses similares". Lola levantó los ojos emocionada. "¡Sí! Eso suena divertido". Así fue como Lola comenzó a tomar clases de arte los fines de semana.

Al principio estaba nerviosa por conocer a nuevos niños, pero rápidamente se dio cuenta de que todos compartían su amor por el arte.

En la clase de arte, Lola conoció a Sofía, otra niña tímida pero amable que también tenía dificultades para hacer amigos en la escuela. Las dos chicas se hicieron inseparables y comenzaron a pasar mucho tiempo juntas. Pintaban, dibujaban y reían juntas. Lola descubrió que la amistad de Sofía le hacía sentir feliz y su corazón comenzó a sanar.

Un día, mientras pintaban en el parque, Lola le dijo a Sofía: "Sofía, estoy tan feliz de haberte conocido. Tu amistad me ha ayudado a superar mi tristeza y enojo".

Sofía sonrió y respondió: "Lola, también estoy feliz de haberte conocido. Me has enseñado que siempre hay una forma de encontrar felicidad incluso cuando pareciera imposible". Desde ese día, Lola ya no estaba enojada ni triste todo el tiempo.

Aprendió que la amistad era un regalo maravilloso que podía curar heridas emocionales. Lola compartió su experiencia con sus padres y les agradeció por ayudarla a encontrar una forma de sanar su corazón. Y así, Lola vivió feliz junto a sus amigos y familiares.

Aprendió que la felicidad está en las pequeñas cosas de la vida y que siempre hay una manera de superar los momentos difíciles si tenemos el amor y apoyo adecuados. Fin

FIN.

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