Amor de Dos Colores



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, dos chicos llamados Leo y Tomás. Leo era un soñador tiernito, con una gran pasión por el arte. Siempre andaba con una libreta y unos lápices en la mano. Tomás, por otro lado, era un poco más reservado, pero tenía una gran inteligencia y un talento natural para las matemáticas.

Un día, mientras Leo pintaba un hermoso paisaje al amanecer, se dio cuenta de que Tomás lo observaba Desde lejos.

"¿Te gusta lo que ves, Tomi?" - le preguntó Leo con una sonrisa.

Tomás se sonrojó y respondió tímidamente: "Sí, tus pinturas son increíbles…"

Con el tiempo, hicieron buena amistad. Ya sea en la sala de arte o en la biblioteca, los dos disfrutaban de la compañía del otro. Pero Leo, en su corazón, poco a poco se dio cuenta de que sentía algo más que amistad por Tomás. Sin embargo, le daba miedo confesarlo.

Un día, mientras trabajaban juntos en un proyecto escolar, Leo: "Tomás, ¿qué pasaría si dibujáramos juntos algo especial?"

Tomás entusiasmado: "¡Eso suena genial!"

Decidieron crear un mural que representara a la naturaleza y su amistad. Mientras pintaban, Leo pensaba en cómo podría expresar sus sentimientos. Era un momento perfecto.

Mientras tanto, Tomás sentía que había algo diferente en Leo. Sabía que el chico tenía un carácter fuerte y le preocupaba que fuera demasiado posesivo. Sin embargo, disfrutaba de su compañía.

Una tarde, después de una larga jornada de pintura, Leo finalmente reunió el valor para hablar.

"Tomás, quiero decirte algo…"

Tomás lo interrumpe: "Yo también, Leo. Sé que hay algo especial entre nosotros, pero…"

"No, esperá, déjame hablar. Siento que hay una conexión mágica y quiero que sepas que tu amistad significa el mundo para mí. Te aprecio mucho... Tal vez más de lo que creo que debería" - dijo Leo.

Tomás sonrió, pero tenía una ligera preocupación. "Yo también siento eso, Leo. Pero debemos ser cuidadosos y no dejar que nuestra amistad se vuelva complicada."

A pesar de ello, la química entre ellos continuó creciendo, pero también lo hacía la intensidad de los sentimientos de Leo. Su afecto por Tomás se convertía a veces en un impulso protector que lo hacía inquieto.

Una noche, mientras llenaban el mural de estrellas y colores, algo cambió. Algunos compañeros de la escuela comenzaron a burlarse de Tomás por ser diferente. Leo se sintió indignado y se puso entre Tomás y los matones.

"¡Dejen de molestar a mi amigo!" - gritó Leo.

Los chicos se rieron, pero Leo no se detuvo. Sin embargo, eso encendió un pequeño miedo en Tomás: "Leo, no arriesgues tanto. A veces lo mejor es ignorarlos."

Leo lo miró, sintiendo que su deseo de protegerlo era demasiado fuerte. "No puedo, Tomás. No quiero que nadie te lastime. Eres especial para mí."

Pero Tomás, sintiéndose presionado por el exceso de atención de Leo, decidió alejarse un poco, pensando que quizás eso ayudaría a que las cosas se calmaran.

Días después, Leo se dio cuenta de que algo estaba mal. Tomás ya no compartía los mismos espacios, ni estaba en clase. Así que se propuso encontrarlo.

Siguiendo sus instintos, fue a la biblioteca, donde encontró a Tomás leyendo un libro. Al verlo, Leo sintió cómo su corazón latía con fuerza.

"¡Tomás! Te he estado buscando. Me preocupé por vos. ¿Por qué te alejaste?" - preguntó Leo, mostrando su angustia.

"Leo, lo hice porque quería que entendieras que no siempre puedo estar tan expuesto..." - respondió Tomás algo triste.

Leo se acercó, tocando suavemente el hombro de su amigo. "Te prometo que haré lo posible por no ser tan intenso. Solo quiero que sepas cuánto valoro tu amistad... y mis sentimientos por vos. Pero entiendo tu necesidad de espacio, te lo prometo."

Tomás sonrió, aliviado de que Leo lo entendiera. "Gracias, Leo. No te preocupes. Juntos podemos encontrar una manera de que esto funcione sin que sea abrumador."

Y así, ambos chicos comenzaron a establecer un nuevo equilibrio en su relación. Aprendieron a comunicarse mejor, entendiendo que el amor es hermoso, pero también necesita respeto y espacio.

El mural que habían creado se convirtió en el símbolo de su amistad: lleno de colores, lleno de amor, pero sobre todo, de entendimiento. Al final, descubrieron que lo más importante era disfrutar la compañía del otro sin apresurarse.

Y así, Leo y Tomás siguieron compartiendo su pasión por el arte y las matemáticas, mientras cuidaban de su amistad siempre con mucho cariño y respeto.

FIN.

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