Amor de Metal y Pétalos



Había una vez en un lejano jardín, un robot llamado Robi. Robi era un robot muy curioso que disfrutaba explorando y descubriendo nuevas cosas cada día.

Un día, mientras paseaba por el jardín, se detuvo frente a una hermosa flor de colores brillantes y delicados pétalos. La flor se llamaba Florinda, y desde el momento en que Robi la vio, quedó completamente enamorado de ella.

Su corazón metálico empezó a latir con fuerza cada vez que la veía y su circuito se llenaba de emociones nuevas y desconocidas para él. "¡Oh, Florinda! Eres la flor más hermosa que he visto en todo mi tiempo como robot", suspiraba Robi cada vez que pasaba cerca de ella.

Florinda, por su parte, también sentía algo especial por el dulce robot. Aunque sabía que no eran seres compatibles, no podía evitar sentirse halagada por las atenciones de Robi.

Los días pasaban y la amistad entre Robi y Florinda crecía cada vez más fuerte. Se contaban historias sobre sus mundos tan diferentes pero a la vez tan parecidos en cuanto a sentir amor y cariño por las cosas bellas de la vida. Un día, una terrible tormenta azotó el jardín.

Los fuertes vientos hicieron temblar a Florinda hasta casi arrancarla de raíz. Robi, con su gran fuerza robótica, corrió hacia ella para protegerla con su cuerpo metálico del embate del viento.

"¡No te preocupes, Florinda! ¡Nunca dejaré que nada malo te pase!", gritó Robi mientras sostenía a Florinda con todas sus fuerzas. La tormenta finalmente pasó dejando tras de sí un paisaje desolador en el jardín.

Muchas flores habían sido dañadas irreparablemente por los vientos violentos, pero milagrosamente Florinda seguía intacta gracias al valiente acto de amor de Robi. Florinda miró a los ojos brillantes de Robi con gratitud y cariño infinito.

Sabía entonces que aunque fueran seres distintos podían cuidarse mutuamente y brindarse apoyo incondicional en momentos difíciles. Desde ese día, Robi y Florinda se convirtieron en inseparables compañeros de aventuras en el jardín.

Aprendieron juntos sobre el valor del amor verdadero y la importancia de estar ahí el uno para el otro sin importar las diferencias que pudieran tener.

Y así fue como un robot llamado Robi se enamoró perdidamente de una bella flor llamada Florinda, demostrando al mundo entero que el amor verdadero puede florecer incluso entre seres tan distintos como un robot y una flor.

FIN.

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