Amor en Familia


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una mamá llamada Martina que estaba muy emocionada porque se acercaba el Día de las Madres. Martina era una mamá amorosa y dedicada a sus dos hijos, Juan y Sofía.

A ella le encantaba cantar las canciones del famoso compositor infantil Cri-Crí a sus hijos antes de dormir.

"Juan, Sofía, ¿qué les parece si preparamos algo especial para celebrar juntos este Día de las Madres?", les preguntó Martina con entusiasmo. "¡Sí mamá, qué buena idea! Podemos prepararte un desayuno sorpresa", sugirió Juan emocionado. "Y también podríamos hacer tarjetas con dibujos para ti", agregó Sofía con una sonrisa.

Martina se emocionó al ver la ilusión en los ojos de sus hijos y aceptó encantada la propuesta. Esa noche, antes de dormir, Martina cantó la canción "Caminito a la escuela" de Cri-Crí mientras acariciaba el cabello de Juan y Sofía hasta que se quedaron profundamente dormidos.

Al día siguiente, al despertar, Martina encontró la mesa del desayuno decorada con flores silvestres y una tarjeta hecha a mano por Juan y Sofía que decía: "Para la mejor mamá del mundo".

Emocionada hasta las lágrimas, abrazó fuertemente a sus hijos y les dio las gracias por tan hermoso gesto. Durante el día, Martina disfrutó junto a sus hijos jugando en el parque y recordando momentos felices.

Por la tarde, decidieron organizar un pequeño concierto privado en casa donde Juan tocaba la guitarra mientras Sofía cantaba algunas canciones de Cri-Crí junto a su mamá.

"¡Qué lindo suena esa melodía! Me recuerda cuando yo les cantaba estas mismas canciones siendo ustedes tan chiquitos", dijo Martina entre risas mientras abrazaba a sus hijos. De repente, tocaron la puerta y para sorpresa de todos era el vecino Don Manuel con su acordeón.

Se unió al concierto improvisado interpretando algunas canciones clásicas argentinas que hicieron bailar a toda la familia en medio del living. La jornada culminó con una cena especial preparada por Martina con ayuda de Juan y Sofía.

Mientras cenaban juntos en familia, recordaron lo importante que es demostrar amor no solo en ocasiones especiales como el Día de las Madres sino cada día del año. Esa noche, antes de dormir, Martina cantó nuevamente una canción de Cri-Crí acompañando los sueños de sus hijos con melodías dulces y llenas de amor.

En ese momento supo que no necesitaba regalos costosos ni grandes gestos para sentirse feliz; el verdadero regalo era tener a su lado a dos niños maravillosos que le recordaban lo hermoso que es ser madre cada día.

Y así terminó un Día de las Madres inolvidable para Martina y su familia.

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