Amor en la Chacra
Era una mañana soleada en la chacra de Don Juan. Los árboles movían sus ramas al compás del viento y se escuchaba el croar de las ranas cerca del estanque. En este entorno hermoso vivían dos conejos, Lila y Toby, y un pequeño cuy llamado Tito. Lila y Toby eran la pareja perfecta, aunque Tito, quien también tenía una pequeña chispa de amor por Lila, miraba la situación con melancolía.
-Lila, ¿quieres jugar a atrapar mariposas? -preguntó Toby emocionado, moviendo su colita.
-¡Sí, Toby! Pero, ¿qué pasa con Tito? -replicó Lila mientras observaba a su amigo jugado en la hierba.
-No te preocupes por él, Lila. A veces jugamos los tres, pero hoy es un día especial solo para nosotros -respondió Toby, saltando hacia el campo de flores.
Sin embargo, Tito se sintió un poco triste al ver cómo Lila y Toby disfrutaban juntos sin incluirlo. Mientras tanto, pensaba en cómo podría sorprender a Lila y demostrarle su amistad.
En el transcurso de la semana, Tito se puso a investigar sobre las flores que más le gustaban a Lila. Después de unos días de planificación, decidió tramar un plan. Llevó a cabo su plan la mañana siguiente.
-¡Lila! -gritó Tito mientras entraba al jardín. Lila se dio vuelta y vio a Tito con un ramito de flores de colores.
-¡Qué bonitas! -exclamó Lila, acercándose. -¿Son para mí?
-Sí, son para ti. Quería hacerte un regalo porque eres una amiga maravillosa -dijo Tito sonriendo, aunque un poco nervioso.
-Gracias, Tito. Eres un gran amigo -le respondió Lila, acariciando el cuy. Toby, al ver esto, se sintió un poco celoso.
-¿Por qué no hacemos un picnic con la merienda que preparé? -sugirió Toby tratando de cambiar de tema. -Podríamos llevar los muffins de zanahoria que tanto te gustan, Lila.
-¡Eso suena genial! -dijo Lila entusiasmada, pero también notó el desánimo de Tito. -¿Qué te parece, Tito?
-No, no necesito ir, tengo que arreglar unas cosas -respondió Tito, aunque en realidad quería unirse pero no quería interrumpir a Lila y Toby.
Los tres acordaron que se encontrarían en la hora del almuerzo y, un poco más tarde, Lila se dio cuenta de que faltaba algo.
-¿A dónde se fue Tito? -preguntó de repente mientras buscaba a su amigo por el campo.
-Tal vez no le gusta el pic-nic -respondió Toby, no muy convencido. Lila empezó a sentirse mal por Tito.
-¡Vamos a buscarlo! -dijo Lila con determinación. Ambos conejos comenzaron a buscar por los rincones de la chacra. Llamaron a Tito.
-Tito, ¿dónde estás? -gritaban ambos.
Finalmente, encontraron a Tito en un pequeño tronco, mirando las flores. Al verlos, el cuy se sonrojó.
-¿Por qué no viniste? -preguntó Lila preocupada.
-No quería interrumpir, pensé que sería mejor si ustedes dos disfrutaban del día juntos -dijo Tito, con un tono triste en su voz.
-¡Pero tu amistad es muy importante! -exclamó Lila. -No podemos disfrutar sin ti. ¡Vamos al picnic de una vez! -añadió, moviendo su colita de emoción.
Toby, escuchando esto, se dio cuenta de que también había sido un poco egoísta.
-¡Nosotros tres somos mejores juntos! -dijo Toby entusiasmado. -No puedo creer que no te hayamos incluido.
Los tres se dirigieron al lugar donde había preparado el picnic. La risa y la felicidad llenaron el aire mientras compartían los deliciosos muffins y contaban historias. Tito se sintió agradecido por tener tal amistad.
-Así que, ¿te gustaría ser nuestro compañero de aventuras? -le preguntó Lila.
-¡Sí, claro! -respondió Tito, sintiéndose muy contento.
Desde ese día, el trío se convirtió en inseparable. Juntos aprendieron a jugar, a compartir y a sobrellevar sus diferencias. Lila comprendió que el amor no solo está en las relaciones románticas, sino también en las amistades.
Y así, en esa hermosa chacra, el amor entre Lila, Toby y Tito floreció, continuando sus aventuras juntos y demostrando que grandes lazos de amistad siempre invitan a la alegría, el respeto y la imaginación.
Cada día pasaban más tiempo juntos y vivieron muchas aventuras divertidas, siempre recordando que el verdadero amor, en todas sus formas, es lo que realmente importa.
FIN.