Amor en la Escuela
Había una vez en una escuela de la ciudad de Buenos Aires, dos profesores altos que trabajaban juntos. Ellos se llamaban Sofía y Marcelo.
Sofía enseñaba matemáticas a los niños y niñas de la escuela, mientras que Marcelo les enseñaba historia. Ambos eran muy buenos en su trabajo y siempre estaban dispuestos a ayudar a sus estudiantes. Un día, durante el recreo, Sofía y Marcelo se encontraron en el patio de la escuela.
Allí empezaron a conversar sobre sus clases y se dieron cuenta de lo mucho que tenían en común. Descubrieron que ambos disfrutaban del cine clásico y amaban las caminatas por el campo.
Con el tiempo, comenzaron a pasar más tiempo juntos fuera del trabajo. Se iban al cine o salían a caminar por los parques cercanos. Los demás profesores notaron lo felices que parecían estar juntos.
Pero un día, uno de los estudiantes vio a Sofía y Marcelo tomados de la mano en un restaurante cercano durante su cita nocturna. Al día siguiente, corrió la voz entre los estudiantes que ambos profesores estaban enamorados.
Pronto todos supieron sobre su relación secreta y algunos padres comenzaron a preocuparse porque pensaban que esto podría afectar su capacidad para enseñar adecuadamente. Un día, el director llamó a Sofía y Marcelo para hablar con ellos acerca de su relación.
Les preguntó si podían separar sus sentimientos personales del trabajo profesional para evitar cualquier problema futuro. Sofía explicó: "Nosotros entendemos perfectamente nuestra responsabilidad como educadores; sin embargo, no podemos negar nuestros sentimientos. Lo que sentimos el uno por el otro no afecta nuestra capacidad para enseñar a nuestros estudiantes".
Marcelo agregó: "Lo importante es que seguimos siendo profesionales en todas las situaciones y siempre ponemos a nuestros estudiantes primero". Después de esta conversación, los padres y la dirección escolar aceptaron su relación y aprendieron a confiar en ellos como educadores.
Con el tiempo, Sofía y Marcelo se casaron y continuaron enseñando juntos en la misma escuela. Los niños y niñas seguían adorándolos por su dedicación al trabajo y por ser una pareja feliz.
La moraleja de esta historia es que todos tenemos derecho a encontrar el amor donde sea que esté, pero siempre debemos mantener nuestra profesionalidad en nuestro lugar de trabajo. Además, debemos aprender a respetar las decisiones personales de otros sin juzgarlos.
FIN.