Amor en las alturas
Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una niña llamada Emma. Emma vivía con sus amados padres, pero estaba triste porque el resto de su familia vivía en otro país muy lejano.
Extrañaba a sus abuelos, tíos y primos, y se sentía sola a veces. Un día, mientras jugaba en el parque cerca de su casa, encontró un globo que se había escapado de la mano de un niño.
El globo era rojo brillante y volaba alto en el cielo azul. Emma lo agarró con fuerza para devolvérselo al niño, pero el viento sopló con fuerza y la llevó volando por los aires.
Emma se asustó al principio, pero luego se dio cuenta de que estaba viendo su ciudad desde arriba como nunca antes lo había hecho. Voló sobre las calles conocidas, los parques donde jugaba y hasta pudo ver su casa desde arriba. La sensación era emocionante y liberadora.
Finalmente, el globo empezó a descender lentamente hasta llegar a un hermoso jardín lleno de flores coloridas. Aterrizó suavemente y Emma bajó con cuidado. Fue entonces cuando vio a una anciana sonriente que la miraba con ternura.
"¡Hola querida! Veo que has disfrutado del paseo en globo", dijo la anciana con voz dulce. "Sí, ha sido increíble", respondió Emma maravillada.
La anciana le explicó que ella era la guardiana de los sueños y que había visto la tristeza en el corazón de Emma por extrañar a su familia lejana. "Pero recuerda algo importante: el amor no tiene distancia. Aunque estén lejos físicamente, tus seres queridos siempre estarán contigo en tu corazón", dijo la anciana sabiamente.
Emma sintió cómo esas palabras llenaban su corazón de alegría y esperanza. Se despidió cariñosamente de la guardiana de los sueños y tomó nuevamente el globo para emprender el regreso a casa.
Cuando llegó a su hogar, abrazó fuertemente a sus padres y les contó sobre su aventura en globo y lo que había aprendido. Ellos sonrieron orgullosos al escucharla y le recordaron lo mucho que la amaban no importaba la distancia que los separara del resto de la familia.
Desde ese día en adelante, Emma ya no se sentía tan triste por estar distante físicamente de sus seres queridos. Sabía que podía sentir su amor siempre presente aunque estuvieran lejos.
Y cada vez que veía un globo rojo brillante en el cielo recordaba aquella maravillosa lección: "Distante no significa ausente".
FIN.