Amor sin fronteras



Había una vez en Barcelona un niño llamado Oliver, de 5 años, con el pelo largo, rubio y rizado. Oliver era muy listo y divertido.

Le encantaba pasar tiempo con su familia y amigos, jugar a fútbol en el parque y hacer carreras de obstáculos. Un día soleado, mientras jugaba en el parque con sus amigos Lucas y Marta, vieron a lo lejos un gatito blanco y negro que parecía perdido.

Oliver se acercó lentamente al gatito y extendió su mano para acariciarlo. El gatito comenzó a ronronear felizmente. - ¡Miren chicos! ¡Este gatito está perdido! Debemos ayudarlo a encontrar a su familia -dijo Oliver con determinación.

Los tres amigos decidieron llevar al gatito a la casa de Oliver para cuidarlo mientras buscaban a sus dueños. Le dieron agua y comida, e incluso le prepararon una cama cómoda con una caja llena de mantas suaves.

Al día siguiente, después de preguntar en toda la vecindad si alguien conocía al gatito sin éxito, decidieron poner carteles por el barrio para intentar encontrar a los dueños del pequeño felino. Días pasaron y nadie reclamaba al gato.

Oliver estaba triste pensando que el gatito extrañaba a su familia. - No te preocupes, Oliver. Si no encontramos a sus dueños, podemos quedarnos con él y darle todo nuestro amor -dijo cariñosamente la mamá de Oliver.

Poco tiempo después, decidieron llamar al gato —"Pelusa"  por su pelaje suave como algodón. Pelusa se convirtió en parte de la familia junto a Oliver, sus padres y hasta participaba en las carreras de obstáculos que organizaban en el jardín.

Un día especial llegó cuando organizaron una gran fiesta para celebrar el cumpleaños número 6 de Oliver.

Había globos de colores, música animada y mucha comida deliciosa; incluyendo sushi, ¡el plato favorito de Oliver! - ¡Feliz cumpleaños querido Oliver! Esperamos que este día sea tan especial como tú eres para nosotros -dijeron los papás emocionados. Oliver sopló las velas del pastel rodeado por sus amigos, Pelusa incluido.

Estaba feliz porque tenía una familia maravillosa que lo amaba mucho y ahora también un nuevo amigo animal que llenaba su vida de alegría. Y así, entre risas y juegos, terminó un día inolvidable para Oliver; demostrándole que siempre hay espacio para más amor en su corazón cuando decides ayudar a quienes más lo necesitan.

FIN.

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