Amores en la Antigua Roma
En la antigua Roma, dos jóvenes, Marco y Livia, vivían en diferentes mundos dentro del vasto imperio. Marco, un talentoso escultor, pasaba sus días tallando hermosas estatuas en su taller, mientras Livia, hija de un noble senador, disfrutaba de lujosas fiestas y galas. Sus caminos se cruzarían de la manera más inesperada y mágica.
Una tarde, Livia decidió escapar de la corte para explorar los vibrantes mercados de Roma. Allí, mientras admiraba las obras de arte, se detuvo frente a una escultura de un hermoso ángel. "¿Quién ha hecho esta obra maravillosa?"-, preguntó fascinada. Marco, que estaba vendiendo sus esculturas, sonrió tímidamente y respondió:
"Soy yo. La hice pensando en la belleza y la libertad."
Livia, deslumbrada por su talento, introdujo a Marco en su mundo. Los dos se volvieron inseparables, compartiendo sueños y risas. Livia le contaba sobre su vida de palacio, mientras que Marco le hablaba de su pasión por la escultura.
Un día, mientras paseaban por el jardín del senado, Livia murmuró:
"Quisiera que todos pudieran ver lo que yo veo en las cosas. Cada escultura cuenta una historia."
"Y tú, Livia, eres más hermosa que cualquier obra de arte."
A medida que su amistad crecía, también lo hacían los peligros. El padre de Livia, el senador, había decidido que su hija debía casarse con un joven aristócrata cuyo padre era un influyente político. "No puedo casarme con él, padre. No lo amo!"-, exclamó Livia una noche, mientras estaban en la cena familiar.
La joven estaba angustiada. Sabía que el senador no aceptaría su amor por Marco. Así que, una noche, decidieron huir juntos y buscar la libertad.
Cuando llegaron al puerto, un fuerte viento soplaba y las olas del mar parecían gritar su deseo de aventura. "¿Vamos a hacerlo?"-, preguntó Marco, temblando de emoción y miedo. Livia lo miró a los ojos y dijo:
"Sí, juntos somos invencibles."
Sin embargo, justo cuando estaban a punto de embarcarse, un grupo de guardias del senador los encontró. "¡Alto! No pueden irse!"-, gritó uno de los guardias. Livia miró a Marco con desesperación. "Debemos ser astutos!"-, susurró.
Con una idea brillante, Marco tomó una de sus esculturas y la levantó en alto, "¡Es una nueva obra de arte que estamos llevando a la exposición!"-, anunció con una voz fuerte. Los guardias, fascinados por la escultura, dudaron. "No podemos detener a un artista. El arte debe ser protegido!"-
Aprovechando el momento, Marco y Livia se escabulleron a través de los guardias y se embarcaron en un pequeño bote. Cuando estaban a salvo en el agua, Livia exclamó:
"Lo hicimos! Ahora podemos ser libres."
Mientras navegaban hacia nuevas tierras, la felicidad llenaba sus corazones. Ellos aprendieron que el amor verdadero es un arte que requiere valentía, compromiso y creatividad. No importaba el lugar donde estuvieran, siempre podrían encontrar belleza en su compañía y la fuerza para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara.
Años más tarde, Marco y Livia regresaron a Roma, no como fugitivos, sino como artistas y defensores de la libertad. Juntos, abrieron una escuela de arte donde cualquier persona, sin importar su estatus, pudiera aprender a crear, soñar y contar su propia historia. Al final, el amor y el arte no solo unieron sus corazones, sino también a toda una comunidad.
FIN.