Amores en la Ciudad Prohibida
En un rincón de una ciudad vibrante, donde las luces brillaban y la música sonaba, vivían dos jóvenes llamados Lila y Tomás. Lila era una artista que, por necesidad, pintaba murales clandestinos en los edificios abandonados de la ciudad, mientras que Tomás, un apasionado de la jardinería, cultivaba plantas en un invernadero escondido, produciendo semillas no registradas.
Un día, mientras Lila estaba en su último mural, conoció a Tomás, quien pasaba por allí y se detuvo para admirar su arte. La conexión fue instantánea.
"¡Qué colores tan vivos usas!"- exclamó Tomás.
"Gracias, la ciudad necesita un poco de magia, ¿no crees?"- respondió Lila con una sonrisa.
Comenzaron a verse con frecuencia, cada encuentro lleno de risas y sueños. Pero, a medida que su amor crecía, también lo hacía la preocupación de mantener en secreto sus verdaderas profesiones. Ellos sabían que si alguien se enteraba, las cosas podrían complicarse mucho.
Una noche, mientras caminaban por la playa, Lila le dijo:
"Tomás, me encanta estar contigo, pero… ¿y si alguien descubre lo que hacemos?"-
"Sé que es arriesgado, Lila. Pero creo que lo que hacemos también tiene un propósito. Las personas necesitan de nuestro arte y nuestras plantas"- contestó Tomás, un poco preocupado.
Decidieron que, por el bien de su relación, debían enmascarar sus actividades. Así, él se presentó como un botánico en vez de un cultivador de plantas prohibidas y ella como una artista de eventos en vez de muralista clandestina. El engaño fue efectivo por un tiempo, y disfrutaron de muchos momentos juntos.
Sin embargo, no todo sería fácil. Un día, mientras estaban en una feria de arte, Lila vio una de sus propias pinturas expuesta, pero bajo el nombre de otra persona. Al acercarse, escuchó a un grupo de artistas comentando:
"Esa muralista es increíble, pero anda por ahí haciendo cosas un poco ilegales. No debería estar exponiendo en este evento"-
"No sé qué hace aquí, pero la verdad es que su arte es genial"- dijo otro.
Lila sintió un nudo en el estómago, no solo por el robo de su trabajo, sino porque temía que su mundo se desmoronara. Corrió hacia Tomás, quien, al ver su expresión, la abrazó fuerte.
"¿Qué pasó?"- le preguntó él, inquieto.
"Una artista robó mi mural y ahora están diciendo que es ilegal. Siento que no puedo más, Tomás"- dijo Lila con los ojos llenos de lágrimas.
Tomás la miró fijamente, y con una sonrisa sincera le respondió:
"Tal vez es hora de ser valientes y no tener miedo a lo que somos. Hay que enfrentarlo juntos, sin esconderse. Podemos hacer una muestra legal de nuestro trabajo, así el mundo verá nuestra verdad"-
Lila sintió que la esperanza crecía en su interior. Juntos, comenzaron a planear una exhibición de arte en un lugar público pero autorizado. Invitaron a todos sus amigos y alentar a la comunidad a ser parte de su aventura.
El gran día llegó, y la exhibición fue un éxito rotundo. Todos apreciaron la belleza de sus murales y las maravillas de las plantas que Tomás había cultivado. La gente aplaudía y celebraba la expresión artística y la dedicación hacia la naturaleza.
Desde ese día, Lila y Tomás decidieron dejar atrás sus actividades clandestinas y dedicarse a llevar su arte y amor a la luz. A partir de ese momento, se transformaron en defensores del arte y la botánica, inspirando a otros a ser valientes, auténticos y a utilizar su talento de manera positiva.
Y así, aquellos dos jóvenes que comenzó su historia escondiendo sus verdaderos trabajos, encontraron una forma de ser verdaderamente felices y alcanzar sus sueños, siempre apoyándose el uno al otro.
A veces, lo que parece un obstáculo puede ser solo una oportunidad para brillar.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.